jueves, 28 de agosto de 2008

¿Hubo complicidad gubernamental en el 11-S?

20-08-2008


Lo que sigue es un pasaje del libro de Mark H. Gaffney que está por publicarse, The 9-11 Mystery Plane and the Vanishing of America [El misterioso avión del 11-S y la desaparición de EE.UU.] que aparecerá en septiembre de 2008.

Desgraciadamente, existe considerable evidencia de que elementos del gobierno de Bush fueron cómplices en el ataque del 11-S e incluso pueden haber ayudado a organizarlo. Examinemos parte de lo que considero como la evidencia más convincente. Sin embargo, la siguiente discusión no pretende ser exhaustiva.

Sabemos que dentro de minutos después del “peor ataque terrorista” en la historia de EE.UU., incluso antes del derrumbe de la Torre 2 del World Trade Center, a las 9.59 de la mañana, responsables estadounidenses conocían los nombres de varios de los presuntos secuestradores. CBS informó que una auxiliar de vuelo en el vuelo 11 de AA, Amy Sweeney, tuvo la presencia de ánimo de llamar a su oficina y de revelar los números de asiento de los secuestradores que se habían apoderado del avión. El director del FBI, Robert Mueller, dijo más tarde: “Fue la primera pieza de evidencia concreta.” En sus memorias, el director de la CIA, George Tenet, subraya la importancia de los manifiestos de pasajeros, como lo hace el zar del contraterrorismo Richard A. Clarke. Todo lo cual es muy extraño porque los manifiestos publicados posteriormente por las aerolíneas no incluyen los nombres de ninguno de los presuntos secuestradores. Tampoco se ha explicado en algún momento esa discrepancia.

Según MSNBC, el plan de invadir Afganistán y “eliminar a al-Qaeda de la faz de la tierra” ya estaba sobre el escritorio de G.W. Bush en la mañana del 11-S esperando su firma. El plan, en la forma de una directiva presidencial, había sido desarrollado por la CIA y según Richard Clarke incluía “el armamento de la Alianza del Norte... para pasar a la ofensiva contra los talibanes [y] que se presionara a la CIA para... que persiguiera a bin Laden y a la dirigencia de al-Qaeda.”

Un antiguo diplomático paquistaní, Niaz Naik, relata prácticamente la misma historia. Durante una entrevista de la BBC, tres días después del 11-S, Naik afirmó que altos responsables estadounidenses le habían informado a mediados de julio de 2001, que EE.UU. atacaría a los talibanes “antes de que la nieve comience a caer en Afganistán, a más tarde a mediados de octubre.” Naik dijo que recibió esa información en Berlín en un grupo de contacto internacional sobre Afganistán auspiciado por la ONU. También predijo, correctamente, que el ataque de EE.UU. sería lanzado desde bases en Uzbekistán y Tayikistán. Pero ¿cómo podían funcionarios estadounidenses saber a mediados de julio que fuerzas de EE.UU. invadirían Afganistán en octubre a menos que hayan tenido conocimiento previo del ataque?

Es probable que el conocimiento previo explique como el general Richard Myers, el presidente interino del Estado Mayor Conjunto el 11-S, pudo anunciar en la primera reunión posterior al 11-S del Consejo Nacional de Seguridad de Bush, realizado en video-conferencia en la tarde del ataque, que “existen cuarenta y dos importantes objetivos talibanes a ser bombardeados.” ¿Pero cómo llegó a poseer Myers información tan detallada sobre objetivos militares en Afganistán, tan pronto después del ataque del 11-S? Este importante detalle contradice afirmaciones repetidas frecuentemente de que los militares de EE.UU. no estaban preparados para atacar Afganistán, y apunta hacia una amplia planificación de la guerra antes del 11-S. El periodista Steve Coll llegó a una conclusión similar mientras investigaba para su libro de 2004 “Ghost Wars” [Guerras fantasma], una excelente historia del período precedente al ataque del 11-S. Coll entrevistó a dos funcionarios del gobierno de Clinton, quienes le informaron que “el Pentágono había estado estudiando posibles objetivos en la misma primavera [es decir 1998] en la que la CIA había estado preparando su plan secreto para atacar Tarnack Farm,” ubicada cerca de Kandahar, Afganistán, donde bin Laden había establecido su cuartel por invitación del líder talibán Mullah Omar.

Según Clarke, en la misma reunión en la tarde del 11-S, el director de la CIA. George Tenet, informó al presidente que “al-Qaeda cometió estas atrocidades.” [9] Pero, de nuevo, ¿cómo pudo saberlo Tenet tan pronto después del ataque, en especial ya que habían ocurrido “fallas en la seguridad,” a menos que haya tenido conocimiento previo?

Texto completo en www.rebelion.org

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