El 8 de diciembre de 1941, la aviación japonesa bombardea la base naval norteamericana en Pearl Harbour (Hawai). Una parte importante de la flota estadounidense en el Pacífico es destruída, y 2.500 militares perecen en el ataque. En 1993, la publicación por parte del servicio secreto británico de 1.300 documentos permitió conocer que Churchill conocía de antemano los planes de ataque japonés. La información se la había suministrado Washington. Los servicios de inteligencia norteamericanos habían descifrado los códigos e interceptado los mensajes entre el Gobierno japonés y sus embajadores, agentes y espías en todo el mundo de forma que las altas autoridades de Washington conocían secretamente la creciente disposición del Gobierno japonés a ese ataque. No sólo no procedieron a avisar a su propios soldados, ni a tomar las medidas de seguridad necesarias, sino que colocaron un anzuelo. Días antes del ataque, desplazaron de Pearl Harbour los portaviones, que luego serían decisivos en la superioridad militar yanqui, y reunieron una buena cantidad de navíos secundarios, pero que constituían la oportunidad que estaba esperando el militarismo nipón. Lo que antes era un rechazo popular, y también de la mayoría de representantes políticos, a la entrada en la contienda bélica se transforma en la movilización general de todo el país para la entrada en guerra.
El ataque a Pearl Harbour y su trama secreta
El ataque a Pearl Harbour y su trama secreta
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