jueves, 5 de junio de 2008

¿Quién dejó escapar a los sauditas después del 11-S?

Un estudio de Jeffrey J. Connaughton publicado por The Boston Globe asegura que mientras los primeros días posteriores al 11 de septiembre de 2001, los aeropuertos estaban cerrados prohibiendo que ciudadanos americanos entraran a su propio país, los parientes de Bin Laden podían salir. El Departamento de Justicia y el inspector general del FBI no investigan por qué estas «personas de interés» estuvieron autorizadas a salir del país sin haber sido interrogadas.


De ser ciertas estas afirmaciones, surgen de ellas un manojo de preguntas:
¿A quién llamaron los sauditas para que el gobierno aprobara los vuelos?
¿Quién en el gobierno coordinó las autorizaciones para los vuelos?
¿Recibió el FBI informaciones de la Casa Blanca sobre la urgencia de permitir a estos individuos abandonar el país?
¿Expresaron los responsables del Departamento de Justicia objeciones con respecto a estas decisiones?
¿Contactaron algunos americanos con el gobierno de los EE.UU. para acelerar las autorizaciones de los vuelos?

Después de los ataques, cientos de árabes fueron encarcelados durante meses sin acceso a los abogados. El Departamento de Justicia reconoció que ni siquiera los Tribunales Federales están en condiciones de obligar constitucionalmente a alguien a testificar cuando ha sido declarado unilateralmente «enemigo combatiente»

Los responsables del FBI afirman que sus agentes interrogaron a los parientes de Bin Laden antes de que la Casa Blanca autorizada su salida del país. Pero Dale Watson, ex jefe del contraterrorismo del FBI, dijo que los sauditas que abandonaron el país «no fueron sometidos a entrevistas o interrogatorios serios»

El ex Secretario de Estado, Colin Powell, admitió que los vuelos habían sido «coordinados por el gobierno», pero no ofreció detalles sobre el compromiso del FBI. Por el otro lado, el Vicepresidente Cheney dijo no tener conocimiento de los vuelos, «pero un gran número de gente de esta parte del mundo abandonó el país poco después del 11-S porque estaba preocupada por la reacción del público aquí en los EE.UU. o que podrían ser discriminados.»

Si los vuelos de los sauditas después del 11-S hubieran sido autorizados durante el gobierno de Clinton, republicanos y demócratas habrían estado furiosos y habrían exigido una investigación parlamentaria. Algunos republicanos hubieran hecho lo imposible para acusar a Clinton de traición.

Los ataques del 11 de septiembre de 2001 cambiaron al país. Todavía, se necesitan herramientas necesarias para combatir con eficacia al terrorismo. Pero el silencio por parte de la administración Bush sobre estos vuelos de los sauditas son suficientes.
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Fahrenheit 9/11 - Michael Moore (conclusión)

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