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viernes, 22 de mayo de 2009

Nuestro hombre en Bilderberg


Blog irónico del enviado de The Guardian a la caza de la cábala más poderosa del mundo

Charlie Skelton
Guardian co.uk
22-05-2009

No sé exactamente por qué voy en un vuelo a Atenas, excepto que parece ser la mejor cosa que podía haber hecho. Voy volando en un capricho de último minuto para merodear alrededor de una conferencia que puede, o no, tener lugar y a la cual no he sido invitado. No han invitado a ninguno de vosotros.

No habréis leído al respecto. No habréis visto una lista de invitados, no veréis fotografías del evento. No sucede. No existe. Voy volando a Atenas sin motivo alguno. A pasar unas vacaciones que no me merezco y que en realidad no me puedo permitir. Tal vez a cogerme una insolación, a intoxicarme con comida, y volver a casa. No tiene sentido.

A menos, claro está, que los rumores sean verdad. A menos, como dice alguna gente, que este fin de semana tenga lugar la reunión del grupo Bilderberg . La alineación anual de las estrellas distantes que conforman nuestro destino. Un largo fin de semana en un hotel de lujo, donde la élite mundial se junta para darse las manos, brindar, ajustar en detalle su agenda global y reñir por quién obtiene las mejores tumbonas. Supongo que Henry Kissinger trae las suyas, las envía por helicóptero y las protege durante las veinticuatro horas un equipo especial de la CIA. Capitanes de compañías petroleras, magnates de los medios, la Reina de Holanda y Peter Mandelson. Probablemente Ben Bernanke, posiblemente David Cameron. Políticos y financistas de los cinco rincones del globo (no dejéis que os digan que son cuatro). Y yo.

Llegué anoche, al amparo de la oscuridad. Dije al taxista que se detuviera a 50 metros del hotel. Preguntó por qué. No le pude decir que era para poder cubrir la entrada a la busca de lentes del FBI. Simplemente murmuré que no podía explicárselo. Sus ojos se iluminaron. “¡Ahá!” “¡Ya veo!” “¡Ya sé!” ¿Qué sabía? ¿Y quién es ese que nos sigue? Un hombre en un BMW. Definitivamente, un espía.

Ya ves de qué se trata.

El conductor me deja en un rincón oscuro de la Riviera Ateniense, me da una palmadita en la espalda y dice: "¿Quieres fumar un poco de hierba?” Declino. No puedo dejar que se duerman mis sentidos. Voy a toda prisa al hotel, mirando los coches aparcados, buscando furgones con vidrios polarizados. No hay ninguno. En la recepción parecen haber perdido mi reserva (¡los tentáculos de Bilderberg llegan lejos!) pero finalmente me registran, subo, desempaco, me ducho, bajo, salgo, miro al otro lado de la calle y me doy cuenta que me apresuré a ir al hotel equivocado. Y soy el que se enfrenta a Bilderberg.

Una embarazosa hora más tarde, vuelvo a salir del hotel correcto, determinado a encontrar el sitio en el que dicen que tiene lugar la reunión de Bilderberg. A sacar alguna tempranas fotos, ver tal vez la llegada de Hillary Clinton. Aunque me bastaría Ken Clarke. Se hace tarde. Hay algunos haciendo jogging. ¿FBI? ¿Servicio secreto? Casi seguro. Sigo caminando con determinación Después de media hora me doy cuenta de que di la vuelta equivocada al salir del hotel y que voy caminando por una línea costera desierta hacia Atenas. Vuelvo a la cama. Otra noche tranquila para Bilderberg.

En el desayuno, un hombre robusto con antebrazos peludos se sienta frente a mí y manipula su teléfono móvil. Definitivamente un espía. Se come un huevo duro y me mira mientras lucho con mis Coco Pops. Mi primer descubrimiento del día es descubrir lo que pasa a los Coco Pops cuando los dejan durante una década en un plato de presentación griego. Se convierten en gravilla.

El espía se va primero. Obtuvo lo que quería: una foto de mi persona, tomada furtivamente con su teléfono y enviada a Quantico en Virginia. Y un huevo duro.

Texto completo aquí

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sábado, 21 de junio de 2008

Bilderberg o la democracia teledirigida

por Mateo Balín
Agencia de Información Solidaria

Situado en un altillo de una campiña de Oosterbeck, al noreste de Holanda, se erige el Hotel de Bilderberg. Un edificio moderno de tres plantas con tejados a dos aguas. Entre sus servicios destaca una fina cocina, la tranquilidad del complejo y una veintena de salas equipadas para acoger reuniones de negocios. Prestaciones que le han proporcionado un renombre internacional, como cita su publicidad en la red. Pero la promoción se olvida de algo más simbólico que ocurrió bajo sus cimientos en 1954. El Príncipe Bernhard de Holanda reunió a puerta cerrada a la flor y nata de la política, la empresa y las finanzas mundiales a fin de que éstos armonizaran la política internacional de los aliados en plena Guerra Fría.

Este grupo supranacional pretendía dinamizar las relaciones transatlánticas a través del fortalecimiento de Naciones Unidas. La intención: convertirla en un gobierno mundial de hecho, que a su vez garantizase la voz cantante tanto de América del Norte como de Europa en la escena internacional. Para ello creían necesario que ambos actores fueran pragmáticos y vigilasen las consideraciones geopolíticas y geoestratégicas. La ecuación era sencilla. Si algún régimen quiere cambiar el mundo, éste sólo podrá conseguirlo con la búsqueda de consensos en los grandes temas que dominan la agenda internacional y que respaldan los poderes. Y como los gobiernos son incapaces de llegar a acuerdos en los grandes asuntos supusieron que nadie mejor que la iniciativa particular para lograr este fin.

Que a nadie le sorprenda que los grandes 'cardenales' de este cónclave planetario con medio siglo de vida son dueños de bancos, administradores de grupos industriales, comisarios europeos, millonarios como la familia Rockefeller o George Soros, responsables de 'think tanks' ('grupos de pensamiento'), secretarios generales de la OTAN, FMI y Banco Mundial, ex presidentes como George Bush padre o Bill Clinton y personajes tan influyentes como Henry Kissinger.

Un periodista del diario sueco Dala Demokraten, Goran Greider, establece un lazo entre el orden actual del mundo y las influencias ejercidas en el seno de los Bilderberg desde su creación. Según Greider, contribuyeron "a instaurar el tipo de capitalismo que conocemos hoy y a solidarizar entre sí las principales elites mundiales del ámbito de los negocios".

Normas internas

La adhesión al Club se hace por contactos confidenciales a personas cuya influencia en círculos nacionales e internacionales pueden ampliar el objetivo que preconizan: imponer un único mercado globalizado poblado por una comunidad controlada y manipulada, según escribe el periodista Daniel Estulin en un reportaje publicado en la revista española Época, en septiembre de 2004.

Los miembros tienen estrictamente prohibido hablar abiertamente del contenido de los debates -para ello ya tienen hoy el Foro de Davos- y de las decisiones que se toman. Aunque su organización interna sigue bajo secreto, se sabe que existe un 'comité conductor' compuesto por miembros permanentes que deciden a quién se invita. La secretaria general la ocupa desde 2000 el belga Etienne Davignon, presidente de la empresa aérea belga SN Airholding.

Davignon afirma que "la franqueza es la regla del juego" y considera además que "si el Club es un éxito se debe a que nadie molesta a nadie, a que cada participante juzga útil escuchar una cosa distinta de la que está acostumbrado a oír".

El Corporate European Observatory, uno de los grupos de estudio más importantes sobre las políticas liberales, asegura en un informe publicado en 2000 que si bien Bilderberg no decide nada de manera formal, si llega a plasmar un consenso entre las elites de la política, de la economía y de los medios de comunicación. Algunos de éstos, sobre todo revistas y prensa especializada, son utilizados como canales de difusión. "Se trata de un pacto estructural entre las elites de los tres poderes", afirma el sociólogo Geoffrey Gueuns, autor del estudio 'Todos los poderes confundidos'.

Agenda extensa

En las secretas reuniones que se celebran un fin de semana cada año en un lugar diferente del mundo se tratan temas importantes para el mundo. Desde la guerra de Irak, la lucha contra el terrorismo o la caída del dólar, hasta de genéricos o el sida, como ocurrió en la reunión de 2003 en Versalles (Francia), que contó con invitados de excepción como primeros ministros, miembros de la realeza europea o jueces.

Otro de los temas que tratarán en la reunión de este año (2005) será el desempleo. En ella, escribe Estulin en Época, el primer ministro holandés, Jan Meter Balkenende, propondrá borrar de la "memoria colectiva" la palabra 'jobless' (sin trabajo en inglés) y sustituirla con la expresión "entre dos empleos".

Además tiene previsto promover la iniciativa del "Nuevo Orden Mundial hecho a medida Americana", según sus propias palabras. Una postura del primer ministro holandés perfectamente entendible si tenemos en cuenta que apoya la guerra contra el terrorismo de la Administración Bush.

Pero la agenda de los Bilderberg es mucho más amplia. Pretenden promocionar acuerdos económicos como hicieron con el Tratado de Libre Comercio (TLC) de América del Norte o el Acuerdo General sobre Aranceles y Comercio (precursor de la Organización Mundial del Comercio). Apuestan por tres monedas universales como consecuencia del proceso natural de integración planificado hace años por la elite globalista: el euro para Europa, el dólar para el futuro mercado de las Américas -a través de extender el TLC por todo el continente- y otra para la unión Asia-Pacífico.

Quieren amortizar la fiscalidad para que los países con mayores impuestos puedan competir con aquellos en los que la tributación es menor. Forzando que la presión fiscal de países como Estados Unidos aumenten con el objetivo de permitir que el impuesto del 58% en Suecia sea competitivo.

Además, defienden la transparencia de las cuentas bancarias y las tarjetas de crédito, y la creación de un Ejército mundial vigilante. Hasta entonces ya elucubran una base global de datos que identifique a cada individuo; dentro de una iniciativa mayor, una Ley de Seguridad universal.

Entre los asuntos a resolver destaca el militarismo estadounidense, la guerra de Irak o la posición británica con respecto al euro. El tirón de orejas a Tony Blair en Versalles fue subsanado con el nombramiento del británico Peter Mandelson como comisario europeo de Comercio Exterior, que además tendrá la difícil tarea de promover el europeísmo entre los británicos y adoptar de una vez la moneda continental.

Con respecto a la OTAN, los Bilderberg han extendido sus intereses al Golfo, Serbia, Bosnia, Kosovo, Siria, Corea del Norte, Afganistán... Dentro de una estrategia que consiste en crear tensiones en naciones cerradas cultural y religiosamente, que conducen a estados de guerra y hostilidades perpetuas que utilizan para justificar medidas de emergencia nacional en los tiempos de paz. "El objetivo es maximizar el beneficio industrial de miembros del Club vendiendo al mismo tiempo las armas y la mantequilla", escribe Daniel Estulin.

En fin, estamos ante una visión de la democracia teledirigida. Y no sólo puesta en práctica por los Bilderbergs. El Bohemia Club, la Comisión Trilateral o el Club de Roma aparecen como ramificaciones donde el gran poder negocia las políticas globales a la sombra de los debates públicos.

Lista de participantes en Bilderberg