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lunes, 28 de marzo de 2011

Documento revela intenciones bélicas de Estados Unidos contra Venezuela, Libia...


Eva Golinger
28/3/2011

Un documento titulado la “Doctrina de Guerra Irregular de la Armada de Estados Unidos”, publicado en 2009, revela los planes expansionistas de Washington en el mundo. Dentro del documento, fue incluido un mapa que supuestamente define el nuevo “campo de batalla” de Estados Unidos a nivel mundial. El mapa destaca un “arco de la inestabilidad”, dentro de lo cual se encuentran los blancos de esta “batalla”, que incluyen la gran mayoría de países desde Asia Central, el Medio Oriente, el Norte de Africa y Venezuela.

Hay algo que tienen en común estos países: las más grandes reservas estratégicas del mundo. Poco a poco, Estados Unidos ha venido extendiendo su guerra por todos estos territorios, buscando adueñarse de sus ricos recursos.

DOMINAR A LAS POBLACIONES

La Doctrina de Guerra Irregular se oficializa con la llegada al poder del Presidente Barack Obama en 2009. Esta forma de guerra se diferencia de la guerra convencional, que tiene como objetivo derrotar a las fuerzas armadas del adversario y emplea tácticas tradicionales como la invasión con tropas y el bombardeo aéreo. Pero la guerra irregular tiene otro objetivo: dominar e influir sobre las poblaciones civíles, y sus tácticas son distintas. En ésta forma de guerra asimétrica, se utilizan técnicas como la subversión, la penetración y la infiltración en la “sociedad civil”, empleando mecanismos de operaciones psicológicas y promoviendo el caos, la desestabilización y el descontento para generar conflictos internos, debilitando a los pilares del poder.

En el presupuesto del Pentágono del 2010, fue destacado el cambio de doctrina de la guerra clásica a la guerra irregular: “El presupuesto del 2010 apoya al esfuerzo del Pentágono para institucionalizar las capacidades necesarias para conducir la Guerra Irregular…El Pentágono debe desarrollar nuevas capacidades para enfrentar el rango de desafíos irregulares. Para este fin, el presupuesto del 2010 aumenta los recursos para la Guerra Irregular…” (DoD FY 2010 Budget Request Summary Justification).

Simultáneamente, el Pentágono fue expandiendo su presencia militar dentro de su nuevo “campo de batalla”, con la creación del Comando Africa (AFRICOM) y los acuerdos de “cooperación en defensa y seguridad” con Colombia, Panamá, Brasil y Costa Rica. Estos acuerdos, que permitieron ampliar la presencia de equipos, fuerzas y recursos militares de Washington en América Latina, formaron parte de la nueva estrategia de “movilidad aérea”, revelada en el Libro Blanco del Comando Aéreo de la Fuerza Aérea de Estados Unidos.

En dicho documento, Estados Unidos enfatizó la necesidad de ocupar bases militares en Colombia, particularmente en Palanquero, para permitir un alcance aéreo de “amplio espectro” por todo el continente de Suramérica. Según ese documentos y otros de la Fuerza Aérea, esa presencia estadounidense era necesaria para combatir los “gobiernos anti-estadounidenses” en la región: principalmente Venezuela y otros países de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA).

El Libro Blanco también destacó la necesidad de ampliar la presencia militar de Estados Unidos en Colombia, y ahora en Panamá y Centroamérica, para poder asegurar el alcance global, enlazándose con las bases de AFRICOM, y luego por todo el Medio Oriente, Europa y Asia, donde el Pentágono es la fuerza dominante.

AMPLIANDO AL CAMPO DE BATALLA

Con las recientes revueltas en Egipto, Tunéz, Yémen, Bahrein y Libia, Estados Unidos ha venido cumpliendo con sus objetivos- expandiendo su presencia militar y asegurando el control sobre los recursos estratégicos en esa región. Y aunque en todos esos países hubo matanzas por parte de los gobernantes, solo en el caso de Libia, Washington impulsó la invasión militar. En los otros casos, los gobiernos voluntariamente se han subordinado a la agenda estadounidense, pero en Libia, el gobierno de Muammar al-Gaddafi ha resistido.

Desde que Obama llegó al poder, su administración ha ampliado las guerras en Afganistán e Irak, y ha abierto nuevos “campos de batalla” en Pakistán y Yémen, y ahora Libia. Analizando al mapa del “campo de batalla” de la Guerra Irregular, se puede deducir que solo faltará expandir las operaciones militares hacia América Latina; hacia Venezuela en particular, donde residen las más grandes reservas petroleras del mundo.

Las amenazas de Washington contra Venezuela y Cuba se han endurecido durante los últimos meses. Hace pocos días, el Washington Post – periódico influyente sobre la política estadounidense – publicó un artículo promoviendo acciones militares contra Venezuela, acusando al gobierno de Hugo Chávez de ser un “centro de terrorismo mundial”, justo al sur de la frontera de Estados Unidos. En el artículo, pidieron al gobierno de Obama actuar contra Venezuela y clasificarlo como un país “patrocinante del terrorismo”, algo que abriría la puerta a una intervención militar. Al mismo tiempo, el gobierno de Obama ha venido aumentando el financiamiento multimillonario a grupos anti-chavistas dentro de Venezuela, buscando alimentar al conflicto y fomentar alguna acción que podría resultar en un “cambio de régimen”.

Desde el 2001, el plan de invasión a Venezuela fue diseñado. El llamado “Plan Balboa”, ejercicio militar de la OTAN que fue realizado en España en mayo 2001, tenía como objetivo invadir a Venezuela y tomar el control de sus recursos petroleros. De hecho, en el Plan Balboa, la estrategia era invadir y atacar a Venezuela desde las bases militares de Estados Unidos en Colombia, Panamá, Aruba y Curazao, y Puerto Rico, ocupando la zona occidental del país desde Zulia a Apure (la media luna venezolana) y tomando control de la misma. Era un plan secesionista que buscaba dividir a Venezuela en dos partes, dejando el control sobre las reservas petroleras en manos de las fuerzas invasoras.

Ese mapa de invasión fue un simple borrador, sobre lo cual el Pentágono ha venido trabajando e intentando convertir en una realidad. Durante los últimos años, la presencia militar de Estados Unidos en América Latina ha llegado a su nivel más grande de toda la historia, y principalmente está rodeando a Venezuela. El deseo del Pentágono es no tener que activar ningún plan militar contra Venezuela, sino lograr el objetivo de derrocar al gobierno de Hugo Chávez a través de otras estrategias, como el golpe suave (las “revoluciones de colores”), la desestabilización y subversión interna, y una campaña feróz de operaciones psicológicas a nivel mundial que ha satanizado al gobierno venezolano, justificando cualquier agresión en su contra.

El ejemplo de Libia demuestra hasta que punto está dispuesto a llegar el gobierno estadounidense cuando pone en marcha un plan de “cambiar un régimen” que no le conviene, en un país con grandes reservas estratégicas. El campo de batalla de Washington sigue extendiéndose, y Venezuela está claramente en su mira.

lunes, 20 de septiembre de 2010

Una guerra inflada


Juan Gelman
19/9/2010

El Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (IISS, por sus siglas en inglés) dio a conocer la semana pasada su octavo examen estratégico global (www.iiss.org, 10/12-9-10).

El IISS está asentado en Londres y es el think-tank sobre cuestiones militares y de seguridad más importante del mundo. Lo integran experimentados especialistas en defensa, militares retirados y otros de alto rango y sus estudios abarcan el planeta entero.

Los informes del organismo suelen ser grises y aun aburridos, su lenguaje es prudente y hasta cauteloso, pero el de este año cambió bruscamente al referirse a Afganistán: calificó esa guerra de “largo y alargado desastre”. Señala que las potencias de Occidente “exageran” la amenaza que entrañan Al Qaida y el talibán. “Se ha inflado” el número de tropas estadounidenses en Afganistán –agrega– y no guarda proporción alguna con la misión de “desmantelar y derrotar a Al Qaida”, que Obama les confió. El estudio del IISS fue supervisado por Nigel Inskster, ex vicedirector del servicio de inteligencia británico o MI-6. Es interesante que además subraye que el peligro de Al Qaida es mínimo en todas partes, incluso en Somalia y Yemen, países en los que EE.UU. interviene, so capa de su seguridad, a ritmo cada vez mayor.

El director de la CIA, Leon Panetta, había ya informado que “el número estimado de terroristas de Al Qaida en Afganistán es de 50 a 100, tal vez menos” (www.huffingtonpost.com, 29-6-10). Aseveró que se concentran en zonas limítrofes de Pakistán y así justificó los constantes ataques que aviones no tripulados infligen a los civiles paquistaníes, niños y mujeres incluidos. Si esas cifras son correctas, un puñado de terroristas mantiene en jaque a casi 150.000 efectivos, 98.000 estadounidenses y el resto de los aliados de la OTAN. No es creíble.

Panetta no tuvo empacho en afirmar que EE.UU. progresa en Afganistán, “aunque es más duro y más lento de lo que se esperaba”. Así es: en los veintidós meses de gobierno de Obama cayeron más militares norteamericanos que en los ocho años de W. Bush. El general David Petraeus, comandante en jefe de las tropas ocupantes de Irak y Afganistán, no se muestra tan optimista como antes.

Obama anunció la retirada de Afganistán para agosto de 2011, pero el general tiene otra perspectiva: declaró en Bagdad que el proceso es a veces parecido a “ver cómo crece el pasto o se seca la pintura” (//abcnews.go.com, 14-9-10). Fue más lejos: estuvo de acuerdo con la periodista que lo entrevistaba en que “el éxito contra la insurgencia” podía llevar nueve o diez años más. Bastante antes el pasto crece y se seca la pintura. No es Al Qaida entonces, es el talibán.

Petraeus asumió oficialmente el mando de las tropas en Afganistán el 4 de julio y cambió algunos aspectos de las tácticas de su antecesor, el general Stanley A. McChrystal. Declaró que los bombardeos aéreos “matan afganos” y duplicó el número de allanamientos de domicilios particulares. Ahora no mueren menos: un alto porcentaje de los 1031 asesinados por las Fuerzas de Operaciones Especiales (SOF, por sus siglas en inglés) en 3000 allanamientos e identificados como “insurgentes” eran vecinos que habían salido a la calle armados al escuchar el ruido de los procedimientos. Su intención no era atacar a los del SOF, sino defender a su familia ante un posible agresor, pero fueron ejecutados (Inter Press Service, 15-9-10).

El general Petraeus se jacta del elevado número de mandos insurgentes superiores y medios que las SOF han eliminado, herido y apresado, sólo que hasta altos mandos del ejército dudan de que todos sean talibán: el mayor general Douglas Stone, que supervisó las políticas de detención a comienzos de 2009, concluyó que no lo eran los dos tercios de los presos que EE.UU. retenía como tales en Afganistán (www.guardian.co.uk, 14-10-09). Otra inflación.

Los allanamientos nocturnos enojan a los afganos: trescientos civiles tomaron las calles de Wardak –un ejemplo– como respuesta al asesinato de tres hermanos que dormían en sus camas (www.worldcantwait.net, 12-8-10). El mando de la OTAN dijo que las víctimas eran sospechosos de pertenecer a la insurgencia. Hay sospechas que matan.

Los artefactos explosivos improvisados que los talibán plantan al borde de las rutas que recorren los vehículos ocupantes (IED por sus siglas en inglés) son responsables de la mayoría de las bajas estadounidenses, y el Pentágono ha creado una división especial para contrarrestar esa arma mortífera, la Organización para derrotar a los IED (Jieddo, por sus siglas en inglés). Sus estadísticas más recientes revelan dos cosas: la insurgencia ha aumentado “de manera alarmante” la colocación de esos dispositivos y la población civil denuncia cada vez menos dónde.

Algunas cifras proporcionadas por la Jieddo: en marzo de este año detonaron 434 IED causando la muerte de 23 efectivos de las tropas invasoras y 252 heridos; en abril, 475 provocaron 17 bajas y 230 heridos; en mayo, la explosión de 554 mató a 34 e hirió a 333 (//homeland securitynewswire.com, 29-7-10). Por otra parte, la proporción de IED que los vecinos notifican a las fuerzas ocupantes descendió del 4,5 por ciento de los “incidentes” en los primeros meses de 2009 al 2,1 por ciento en julio de este año. La exasperación de los ocupados crece más velozmente que el pasto.

Una pregunta: si los hombres de Al Qaida son un puñado frente al poderío militar más moderno y letal del mundo, ¿por qué la Casa Blanca insiste en la guerra y aumenta las tropas que envía a Afganistán? ¿Se trata de crear las mejores condiciones para atacar a Irán? ¿O de seguir alimentando las ganancias del complejo militar-industrial? ¿O las dos cosas?

(Extraído de www.pagina12.com.ar)

martes, 15 de junio de 2010

A los niños estadounidenses les hacen glorificar a Obama

RT Estados Unidos
15/6/2010


En algunas escuelas estadounidenses los niños aprenden canciones dedicadas al presidente del país, Barack Obama. Muchos padres se muestran indignados por esta influencia política en la educación, que no corresponde con los valores norteamericanos.

“Podría ocurrir en una dictadura, no en este país”, supone Diane Butler, una madre desde el estado de Maryland, cuyo niño va a una escuela estatal. Los padres de los menores aseguran que la canción glorifica al presidente Obama.

Los padres en Maryland tampoco están contentos con la letra de la melodía que interpretan sus hijos, que vuelven de la escuela cantando: “Obama es bueno e inteligente, es el líder del país, y un ejemplo para la gente”.

“¡No me lo puedo creer!”, exclama otra madre. “Las escuelas van demasiado lejos. Su trabajo es enseñar a nuestros hijos, pero criarlos es la responsabilidad nuestra”. “Canten a Bush o a Obama, me da igual”, se conforma el padre de otro niño. “Me indigna la presencia de la política en la educación de los niños a esa edad”, agrega.

Como respuesta, los padres han escrito cartas a los directores de las escuelas, precisando que no se puede confundir política con enseñanza. Según ellos, estas canciones no tienen nada que ver con los valores estadounidenses y parecen una oración. “Es lo que hacían los seguidores de Hitler durante la guerra”, resume Butler.



(Extraído de actualidad.rt.com)

miércoles, 21 de abril de 2010

El Nobel de la Paz amenaza con un ataque nuclear a Irán


El tratado de reducción de armamento

«EE UU y Rusia entierran la guerra fría. Las dos potencias firman el mayor acuerdo de desarme nuclear en 20 años.»

En verdad es motivo de gozo que las supremas potencias nucleares hayan decidido limitar sus arsenales atómicos. El presidente Obama, Nobel de la Paz 2009, acredita así el acierto de quienes le otorgaron tan insigne galardón. Estamos ante un auténtico benefactor de la humanidad, pues suya fue la iniciativa del presente desarme. Verdaderamente sus críticos, algunos tan acerbos como éste, han quedado en muy mal lugar.

Gracias al tratado ruso-norteamericano, firmado el pasado 8 de abril, se sienta un precedente de valor incalculable para los nobles esfuerzos por la paz. Por primera vez en la era ultrabelicista surgida con el 11-S, los pueblos, al menos la mayoría, pueden vislumbrar un horizonte de paz y armonía internacionales.

Así se entiende la favorable acogida que han dispensado a la noticia los grandes medios de comunicación (como el citado al principio), que no en vano pagan a los mejores analistas políticos. O que la secretaría general de la ONU se haya felicitado por la “nueva” estrategia de defensa nuclear promovida por Obama. O que la “Santa Sede” (¿quién puede poner en duda que el Vaticano sea un paladín de la paz?) elogiase el acuerdo de desarme.

Un acuerdo que precedía a una cumbre de seguridad nuclear celebrada en Washington escasos días después, y en la que estuvieron representados cerca de cincuenta países (no así los díscolos Irán y Corea del Norte). Las mayores potencias nucleares predicaban con el ejemplo y luego el resto podía seguir sus pasos.

El auténtico alcance del tratado

El optimismo no es unánime, sin embargo. El teniente coronel y profesor de la Escuela Superior de las Fuerzas Armadas, Pedro Baños, habla de modo más descarnado. En un artículo publicado en el diario ABC define la celebrada disminución de armas rusas y estadounidenses como una «reducción publicitaria». Afirma que «es más un golpe de efecto publicitario que una real y significativa reducción de armamento». Descarta que haya un verdadero avance frente a la amenaza de destrucción global: «Las más de 3.000 cabezas nucleares que quedarán operativas entre ambos países seguirán componiendo el 90% del total mundial, sobrándoles capacidad para destruir todo el planeta. Los ingenios “reducidos” tan sólo dejarán de figurar como operativos, pasando a uno de los diferentes grados de almacenaje, sin ser destruidos, lo que permitirá volver a activarlos en caso necesario.» Conviene leer su breve artículo entero, obra de un experto que, por su condición de militar del ejército español, parece poco sospechoso de ser un crítico sesgado del Imperio. «En realidad, la reducción no rezuma altruismo alguno», declara.

Respecto a la ya mencionada Cumbre de Seguridad Nuclear, la agencia oficial rusa Novosti, aunque representando a uno de los dos actores principales, no es mucho más complaciente. Su analista Andrei Fediashin recuerda que «todos los documentos firmados […] carecen de carácter vinculante.» Añade que «es poco probable que este ambicioso objetivo [el de “tomar medidas para la protección del material nuclear vulnerable, como el uranio o el plutonio, en un plazo de cuatro años”] sea alcanzado en un plazo tan corto. Para lograr un progreso de tal calibre en esta materia habría que, en primer lugar, resolver los problemas de mafias e inestabilidad política existentes en la zona de Oriente Medio, la India, Pakistán, Afganistán, Iraq y otros países. Precisamente desde estas zonas conflictivas proviene la amenaza del terrorismo nuclear.»

Es llamativo que los tres últimos países nombrados por Fediashin correspondan a tres campos de batalla de las actuales guerras imperiales. ¿Perdigonazo a Obama? A fin de cuentas Rusia, bien que muy mermada, conserva su propia geopolítica. Pero no resulta muy animador para el mundo que una de las dos partes principales en tan “esperanzador” proceso se muestre más bien escéptica, además de crítica con la otra parte (ver, p. ej., también).

Detrás del tratado y de la cumbre: Amenaza nuclear a Irán

Aunque sin duda el gobierno estadounidense hubiese deseado una cumbre multilateral que condenase a Irán, la mera celebración de la misma en los pasados días 12 y 13 de abril supone un paso más para arrinconar al régimen de los ayatolás, dado el sentido insuflado por el Sistema y sus medios a este tipo de eventos en el marco del contencioso nuclear fabricado y arrojado contra ese país.

En la Declaración final de dicha cumbre se incluyeron puntos (como la «cooperación» para «impulsar la seguridad nuclear»; la necesidad de tomar «medidas especiales de precaución» y para «asegurar, contabilizar y consolidar» los materiales radiactivos; la reafirmación del «papel esencial del Organismo Internacional de Energía Atómica»; etc.) que, en un contexto de sistemática manipulación del lenguaje, pueden servir en algún grado para señalar al ya demonizado régimen iraní (la “gente de la calle” da por hecho que este país quiere el arma atómica y trabaja activamente para conseguirla).

El penúltimo punto, de haber contado con carácter vinculante, podría implicar una salvaguardia, al apoyar la «aplicación de prácticas rigurosas de seguridad nuclear que no infrinjan en [sic] los derechos de los Estados a desarrollar y usar la energía nuclear con propósitos pacíficos».

Pero la celebración de dicha cumbre casi inmediatamente después de la firma del tratado ruso-estadounidense, mucho más resonante en la práctica, la convierte en un mero apéndice de éste, sin duda según el guión marcado por los estrategas (y expertos en propaganda) norteamericanos para el (previsible) caso de que la cumbre no les diera para más. Que por ejemplo China, durante la misma, se haya mostrado aún remisa a endurecer las sanciones contra Irán no tiene la misma repercusión mediática que las siguientes palabras de Obama pronunciadas poco antes de la firma del acuerdo entre Rusia y Estados Unidos:

«Queremos asegurarnos de que podemos avanzar hacia un mundo en el que se dé menos importancia a las armas nucleares. Asegurarnos de que nuestra capacidad armamentística convencional tiene un poder disuasorio efectivo en todas las circunstancias, salvo las de extrema gravedad

Y son estas palabras, con su clara amenaza de fondo (en cursiva añadida), las que nos permiten conocer el verdadero objetivo tanto del tratado ruso-estadounidense como de la Cumbre de Seguridad Nuclear. Que no es otro que seguir estrechando el cerco en torno a Irán, como en la práctica venía a reconocerlo Antonio Caño en su crónica de la cumbre para El País:

«Una actitud firme de la comunidad internacional contra Irán es determinante para la apuesta de Obama a favor de reducir la amenaza nuclear y es, por tanto, uno de los propósitos centrales de esta conferencia, aunque no sea ese el objetivo formal de la misma. Alemania, Francia y otros países han aprovechado también esta cumbre para alertar sobre el peligro que representa Irán» (cursiva añadida).

En línea similar a la de su presidente, pero más explícita, Robert Gates, secretario de Defensa de Obama (y, previamente, de Bush), declaraba lo siguiente en los mismos días que aquél: «Todas las opciones están sobre la mesa en lo que respecta a esos países [Irán y Corea del Norte]».

Tales países, en efecto, no son otros que Irán y Corea del Norte. Es decir, Irán e Irán. (Lo de Corea del Norte es puro “relleno” para disimular. La obsesión estadounidense es Irán, país mayoritariamente musulmán lleno de petróleo y capaz de servir de ejemplo a muchos otros países, no sólo islámicos, por la obstinada defensa que hace de su legítima soberanía nacional. Un régimen obsoleto como el comunista norcoreano, con dos o tres cabezas nucleares, sólo es una excusa para cercar a China, además del susodicho “relleno”).

En otras palabras, lo que estaban haciendo tanto el Nobel de la Paz Obama como Gates, su ministro de Defensa, era amenazar a Irán con un ataque nuclear. Una amenaza que no ha sido debidamente resaltada por los grandes medios (aunque algo ha habido; ver también), pese a que, si se materializa, podría causar en el acto centenares de miles de muertos.

¿Debe resultarnos extraña la dura reacción iraní? Su embajador ante la ONU llama a tan extrema amenaza «terrorismo de Estado». Seguramente, no sin fundamento.

Además, el portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de Irán ha anunciado que Teherán presentará una queja formal ante la ONU por tales declaraciones singularmente amenazantes.

Da igual. Ya puede patalear Irán frente a tan bárbara y obscena amenaza… que los Señores de la Guerra (Nuclear) no harán sino repetirla (repetirla, sí, pues tras haber intimidado a Irán con un ataque de ese tipo, las nuevas amenazas genéricas ya inevitablemente se hallarán teñidas de ese mismo carácter nuclear; como ésta, posterior a la cumbre):

Ante un hecho tan brutal como esa amenaza, camuflado por los medios masivos bajo la “buena noticia” del tratado de desarme, resulta aún más palmario el papel instrumental que ha tenido la Cumbre de Seguridad Nuclear en manos del Imperio. Si, como rezaba su nombre, en ese foro la preocupación era realmente la seguridad nuclear, cabe preguntarse por qué todos los demás países allí representados no centraron su atención en condenar dicha amenaza estadounidense de ataque nuclear contra Irán. En lugar de ello, proliferaron los gestos para complacer al superpoderoso anfitrión (ver).

El día en que Obama se desayunó a Zapatero...

El pasado 4 de febrero, el presidente del gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, acudió al Desayuno Nacional de Oración que se celebra anualmente en Washington. Un excelente análisis de las implicaciones de esa presencia puede leerse en “La plegaria de Zapatero”. En palabras de su autor, Guillermo Sánchez Vicente:

«Si Bush mantuvo con Zapatero un distanciamiento personal (para irrisión y rabia de los españoles que conciben a Estados Unidos como el garante de un orden mundial seguro), con el fraude llamado Obama, […] el actual gobierno viene desplegando un servilismo patético. Parece evidente que Zapatero fue a Washington a escenificar un encuentro con su admirado Obama, quien por cierto no le hizo mucho caso, pues se limitó a darle un abrazo en público, y después le ignoró en los encuentros privados durante el desayuno; y esto tras rechazar la invitación de la presidencia española de la Unión Europea a acudir a la cumbre europeo-estadounidense que se celebrará en Madrid en mayo. Todo ello, pese a que en los mismos días del ya tristemente célebre “Desayuno”, Zapatero ha dado una vuelta de tuerca más en su prosternación ante Obama, solicitando la creación de «una nueva comunidad transatlántica» que incluya a Iberoamérica y África; en otras palabras, una todavía mayor incursión del atlantismo en esas dos grandes áreas del planeta (en el caso africano, apelando a la “extensión del extremismo islamista” en dicho continente, lenguaje muy del gusto del Imperio)».

En efecto, los servicios al belicismo imperial del esbirro Zapatero, otrora pionero junto a Turquía (incluso junto a algún destacado líder iraní) de la saludable Alianza de Civilizaciones, empezaron a resultar más descarados ese mismo día. En aquella intervención en el Atlantic Council (Consejo Atlántico), defendió de lleno la otanización de Latinoamérica y África con las mismas excusas habitualmente usadas (en particular, la «extensión del extremismo islamista») por los voceros de la imperial “Guerra contra el Terrorismo”. Incluso se pronunció, en clara referencia a ya sabemos quién, contra la proliferación nuclear.

Tales servicios volvieron a hacerse patentes cuando, meses después, coreó la acusación sin pruebas de un auto del juez Eloy Velasco al gobierno venezolano, según la cual éste vendría ayudando tanto a la ETA como a las FARC, así como contribuyendo a la cooperación entre ambas bandas criminales.

Ahora, con ocasión de la Cumbre de Seguridad Nuclear, el “Aznar” de Obama ha tenido ocasión de volver a reafirmar su condición de tal, en una trayectoria que le muestra dispuesto a emular los crímenes de su referente sin comillas. [Pero, según parece, con mucho menos “premio” para su miseria personal. Si ya su “enemigo” Bush, cuando se encontraban, se limitaba a espetarle un escueto (e irónico): “¿Qué tal, amigo?”, ahora su “amigo” Obama apenas le dice otra cosa que: “¿Cómo va España?” No parece haber mucha diferencia.]

Entregado al emperador, Zapatero ha mostrado su acuerdo en sancionar a Irán al tiempo que apuntalaba la estrategia imperial en la cumbre subrayando que con ella el multilateralismo «gana terreno».

Además, según la agencia española Europa Press, «Zapatero pidió a Medvedev que ayude a convencer a China para que apoye las sanciones al régimen de los ayatolás, ante lo cual el líder ruso recordó que tienen proyectos energéticos de envergadura que no quieren cerrar.» A la vez (¿ambigüedad diplomática obliga?), algún otro medio señala que Zapatero se mostró de acuerdo con Medvedev en que las sanciones sean «razonables» y en que «no se debe acorralar a un país», sino que se le ha de «dejar una puerta abierta».

Sólo leves vestigios, si acaso, de un político que en su día mostraba cierta (nunca mucha) independencia frente a los amos del mundo. Parece que el poder le ha acabado desnudando, a ojos avisados, como un mediocre más.

El congreso alternativo (iraní) sobre desarme nuclear

Entretanto, ¿cuántos saben que en estos mismos días, 17 y 18 de abril, se celebra en Teherán una conferencia de desarme nuclear, con presencia de «una treintena» o «más de sesenta» países, según las fuentes? (Incluidos Rusia y China, por cierto). Si alguno lo sabe, desde luego no será porque los medios de masas le hayan dedicado al evento grandes titulares. Silenciarlo, o relegarlo a huecos poco visibles, se les da mejor en estos casos. Ya se sabe que la manipulación informativa no consiste tanto en deformar la realidad –aunque también saben– como en omitirla convenientemente.

Al boicotear la conferencia de Teherán, el gran público (el mismo que masivamente se ha tragado el camelo de que Irán quiere la bomba) no llegará a enterarse de que el lema de la reunión es “Energía nuclear para todos, armas nucleares para nadie” y su objetivo, el de instar al mundo entero al desarme. En particular, como indica el viceministro de Exteriores iraní, el énfasis se pone en que un área tan sensible del planeta como es Oriente Medio (cuyo centro geográfico estaría en Teherán) se vea libre de armas nucleares.

«Cualquier uso de armas nucleares para hacer daño a la humanidad está condenado», agrega por su parte Ramin Mehmanparast, el ministro del mismo ramo. Todo esto concuerda con pronunciamientos del mismo tenor que llevan tiempo efectuando los gobernantes iraníes (ver). Y evoca, además, el rechazo fundamental que el islam iraní declara frente a las armas nucleares (ver también 1 y 2).

Declaraciones, todas ellas, que también fueron relegadas en su momento. Privando así al gran público de preguntarse si, con la excusa de un supuesto programa nuclear bélico (del que nadie tiene noticias), no se estará acosando a un país cuyo régimen se caracteriza por rechazar esas armas como una cuestión de principios. Y, para colmo, se le amenaza con emplearlas contra él sobre la base de esa misma excusa…

Por todas estas razones, y al menos para los amantes de la paz, de la verdad y de la vida, lo que está pasando no debería ser motivo de alegría, como lo pintan los medios del Sistema, sino de temor e indignación frente a esa nueva vuelta de tuerca con que el Imperio agrede al mundo y, muy particularmente, a Irán.

Un Nobel de la Paz un tanto peculiar

Aunque, como es sabido, existan precedentes de guerreristas “nobelizados”, el caso de Obama no deja de ser muy especial. Seguramente, porque a él le dieron el premio al poco de llegar al poder. Eso le está permitiendo ejercerlo con el galardón puesto.

Así, hemos visto al Nobel de la Paz mandar treinta mil soldados más a seguir arrasando Afganistán. Al Nobel de la Paz, sugiriendo la aplicación de la pena capital sobre un sospechoso (sic) del 11-S. Al Nobel de la Paz, rechazando eliminar las minas “antipersonas”.

Y ahora, vemos al Nobel de la Paz amenazando con lanzar un ataque nuclear sobre Irán: “Si no os doblegáis, os arrasamos.” Ése es el mensaje.

La prensa sistémica, como no podía ser menos, lo ha contado a gusto del poderoso que intimida al débil. Es la misma prensa que, una y otra vez, acusa a éste de “amenazar” cuando no hace otra cosa que responder, con la típica dignidad mundana, a las amenazas que sufre (que raramente son llamadas así por tales “periodistas”).

Están obsesionados con Irán. No le perdonan que quiera ser independiente, que no se arrodille ante ellos. Eso representa un mal ejemplo. Es una manzana podrida. Que además tiene la cara dura de hablar claro frente a las tropelías de ese estado al que llaman “Israel”. Estado que goza de impunidad gracias a la explotación y la manipulación de un pasado aún reciente. Que puede tener armas nucleares (las que no tiene Irán) e ignorar el Tratado de No Proliferación (a diferencia de Irán).

No es cuestión de que tenga que gustarnos el actual régimen persa. Ése es otro tema, aunque los cucos belicistas se empeñen en mezclarlo (toda guerra empieza, ya es guerra, con la propaganda). Lo que cuenta aquí es que están negando el derecho de un país a ser soberano. Mucho más, en realidad: se amenaza la supervivencia de todo un pueblo. Los periodistas sistémicos, corifeos del Imperio de aviesas intenciones y peores hechos, son corresponsables de ello.

Por su parte, de cuando en cuando parece que algunas potencias amagan formar un polo alternativo al del Imperio global (algo improbable por definición). Se habla cada vez más del BRIC, que reuniría a Brasil, Rusia, la India y China. Ojalá este bloque, caso de convertirse realmente en tal, llegase a ejercer un contrapeso, pero eso requiere mucha voluntad política (sobre todo, frente al potente Eje Washington-Vaticano). Cosa difícil, por lo demás, en un mundo en el que los centros de poder ya no parecen residir en los estados sino en los cenáculos de magnates sin patria ni corazón.

(Extraído de El Blog de Cordura)

viernes, 19 de febrero de 2010

Detrás de los desperfectos de Toyota: ¿guerra geoeconómica de Obama contra Japón?


Alfredo Jalife-Rahme
La Jornada, México
14/2/2010

A partir del "factor Massachusetts", donde Obama recibió una severa paliza por el neopopulismo de extrema derecha racista del Partido del Té (Bajo la Lupa, 24/1/10), el mandatario estadounidense –quien políticamente padece un ostensible "síndrome de personalidad múltiple"– ha sufrido una asombrosa transmogrificación (cambio a una forma extraña) que se ha cargado al belicismo neoconservador straussiano y bushiano, quizá, con el fin de prevenir una derrota del Partido Demócrata en las elecciones de noviembre próximo.

En medio de la mayor ofensiva militar de Estados Unidos (EU) en Afganistán, sumada a la intervención en Yemen, Obama decidió jugarse su presidencia al elevar la puja bélica en varios frentes candentes del mundo que lo han llevado a confrontaciones inocultables con la eurozona, China, Rusia y Japón –para citar potencias del más alto nivel geoestratégico–, ya no se diga con una mediana potencia como Irán.

Subrayamos la eurozona y no la Unión Europea para delimitar el doble juego de la legendaria perfidia de Gran Bretaña, que pertenece a la última y no a la primera, donde se ha dedicado con su fauna de especuladores profesionales a balcanizar y vulcanizar al euro.

Habría que matizar, porque en el frente doméstico hay que reconocer que Obama, hasta ahora totalmente secuestrado por Wall Street, se ha arriesgado en adoptar las tesis sensatas de Paul Volcker –anterior gobernador de la Reserva Federal, previo al locuaz y fracasado Alan Greenspan (creador diabólico de la burbuja especulativa global con los demenciales "derivados financieros")–, para regular a los depredadores, desalmados y antihumanos banqueros anglosajones, entre quienes destacan el sionismo financiero global: Bernie Madoff (ver El Correo Ilustrado, La Jornada, "Respuesta a Adolfo Gilly", 30/12/08), los Rockefeller, los esclavistas banqueros Rothschild y su especulador favorito George Soros, para citar a los más conspicuos, dejando de lado a sus microperadores regionales, como los hermanos Martín y Alejandro Mariano Werner Wainfeld del "México neoliberal" (ver La Lupa Política, Voces del Periodista, núm. 207).

Más allá de sus triunfos caribeños (Haití) y centroamericanos (Honduras y Costa Rica), además de algunos países de Sudamérica, como Colombia y Chile (que, con o sin sus "socialistas neoliberales", nunca cesó de pertenecer a la esfera de influencia de EU), a Obama se le derrite el mundo entre las manos, en particular, con sus previos aliados, considerados "países pivote", de acuerdo con el esquema geoestratégico de Zbigniew Brzezinski (ex asesor de seguridad nacional de Carter e íntimo de Obama): desde Ucrania, que regresa al redil ruso (ver “Radar Geopolítico; Contralínea, 7/2/10) y donde sufrió una vapuleada la agriada y agrietada "revolución naranja", financiada por George Soros y su Instituto de la Sociedad Abierta (OSI, por sus siglas en inglés), pasando por Japón, donde prevalece la socialdemocracia del premier Yukio Hatoyama, quien se ha acercado a China y ha solicitado el retiro militar de EU en Okinawa, hasta Turquía, el único miembro islámico de la OTAN que se ha distanciado de Israel y se ha acercado a Rusia, Irán y Siria.

El reacomodo del mapa geopolítico multipolar en Eurasia es dramático y a expensas de la fenecida unipolaridad estadounidense.

El investigador Wayne Madsen (12/2/10) expone que Obama libra una guerra económica en varios frentes, incluido Japón.

Bajo la Lupa había adelantado la hipótesis de las guerras geoeconómicas y geofinancieras de Obama contra China (30/12/09; 6, 17 y 27/1/10, y 3/2/10) y la eurozona (7/2/10).

Tenemos que admitir que hemos sido desbordados por el vértigo del feroz contrataque de Obama cuando muchos temas trascendentales se nos quedan en el tintero, como el delicado asunto de Toyota en EU.


A mis dilectos alumnos de la UNAM les había externado el aparatoso síndrome Prius, mediante el cual Toyota, la primera automotriz global que había desbancado a las quebradas automotrices de EU de los primeros sitiales, sufre despiadadamente una campaña de lapidación exorcista (Japan-bashing) por los multimedia de EU, verdaderos doberman bien entrenados y condicionados, lo que obliga a plantear la hipótesis geopolítica de represalias del Pentágono por la solicitud del retiro de su base en Japón.

Además del implacable ataque financiero contra Venezuela (Wayne Madsen, 18/1/10) –lo que explica, quizá, el reciente otorgamiento de bloques petroleros de Caracas a la trasnacional estadunidense Chevron–, Obama emprende una guerra económica, acoplada de sabotaje industrial, contra Japón, mediante una operación planeada contra Toyota como un tiro de advertencia (sic) a Japón sobre la insistencia de su gobierno reformista del retiro militar de Okinawa.

Según Wayne Madsen, “Obama y su jefe de oficina Rahm Emanuel (nota: cuyo padre Benjamin es un furibundo pediatra sionista, Time, 13/11/08) decidieron apretar las tuercas a Japón”, mientras el secretario del Transporte, Ray LaHood, estadunidense-libanés de rito católico-maronita, exigió el retiro de todos los carros Toyota en EU hasta que sean arreglados los desperfectos de acelerador y frenos.

No dudo que mi paisano y correligionario esté preocupado por la seguridad vehicular de los ciudadanos que sufrieron 37 mil accidentes el año pasado (cuya mayoría no es imputable a Toyota, obviamente), pero de ser así las cosas ningún carro de las automotrices estadunidenses, de muy baja calidad frente a los nipones y europeos, debería circular en primer término en EU y en ninguna parte del mundo.

Lo que intenta mi paisano y correligionario LaHood, según Wayne Madsen, es quitarle una gran porción de la participación de mercado de Toyota para dárselo a GM y Ford.

Nada de qué asombrarse cuando EU siempre ha practicado medidas neoproteccionistas con medios nada comerciales cuando ha perdido competitividad y liderazgo.

Wayne Madsen aduce que el atribulado secretario del Tesoro, Tim Geithner, marioneta de Wall Street, incrementa la viabilidad de GM, a expensas de Toyota, mediante un maná bursátil inesperado cuando el gobierno federal venda su parte de las acciones de GM al público.

Irónicamente los pedales de aceleración tan vilipendiados no son fabricados por Toyota, sino por la empresa Elkhart/CTS, con sede en Indiana (EU), que también los manufactura para Ford y GM, así como para los vehículos del Pentágono. ¿Por qué tanta selectividad en la lapidación exorcista?

Jiangling Motors, de China, se ha quejado sin mucho éxito de los pésimos pedales de Elkhart/CTS.

Wayne Madsen conjetura que las marcas niponas Isuzu (cuyo accionista mayoritario es GM) y Mazda (propiedad de Ford) no serán inquietadas como Toyota. ¡Claro!

Concluye que Obama también emprende una guerra contra los PIGS (acrónimo despectivo británico contra Portugal, Irlanda, Grecia y España), el bajo vientre europeo, así como contra China y Rusia, mediante la instalación de misiles en Polonia y Rumania (nota: aun en Bulgaria).

¿Hasta dónde llegará la transmogrificación de Obama?

¿Podrá superar las hazañas bélicas de Baby Bush, a quien creíamos inalcanzable en su nihilismo global?

(Extraído de www.jornada.unam.mx)

lunes, 1 de febrero de 2010

Congelamientos


Juan Gelman
31/1/2010

El 1º de febrero se conocerá con exactitud qué gastos del presupuesto de EE.UU. congelará el presidente Obama durante tres años. Lo anunció en su primer mensaje a la Unión del miércoles pasado (www.nytimes.com, 27-1-10) y el Pentágono y el organismo de seguridad nacional se salvarán del hielo. El monto del ahorro en materia de servicios y de expensas burocráticas que no atañen a la “guerra antiterrorista” podría elevarse a 250 mil millones de dólares en el trienio (//edition cnn.com, 26-1-10). Lástima que BO pedirá 708 mil millones de dólares para continuar las guerras en el solo año fiscal de 2011 (AP, 13-1-10), una suma que ni W. Bush superó con esos fines. Multiplíquesela por tres. Por ahora.

El mensaje presidencial abordó la situación económica imperante en el país del Norte y prometió medidas que contrarrestarían la creciente tasa de desempleo que afecta a los estadounidenses. Fue, sin embargo, omiso o parco en lo que hace a la política exterior. Obama reiteró el compromiso de retirar las tropas de Irak antes de septiembre de este año, pero no mencionó que el día anterior a su mensaje había informado al Congreso que hasta 50.000 efectivos podrían permanecer allí por tiempo indefinido y participando en operaciones de combate (AP, 26-1-10). Tampoco recordó que, en verdad, estos militares no están regresando a sus hogares: son enviados a Afganistán.

Item más, como escribía Hernán Cortés: el mandatario reconoció en entrevista concedida al semanario Time que habían fracasado sus intentos de terminar con el punto muerto en las relaciones Israel/Palestina. Dicho de otra manera, no logró persuadir al primer ministro israelí Benjamin Netanyahu de que cesara su política de construir aún más asentamientos en territorio palestino ocupado (www.theguardian.co.uk, 22-1-10). Notable. Israel es uno de los países del planeta que más se benefician de la ayuda militar –y otras– de EE.UU., fue el segundo detrás de Irak en el 2004, y en el 2007 W. Bush la incrementó en más del 25 por ciento. Actualmente el gobierno de Tel Aviv recibe armamentos –y avanzados– por valor de 3000 millones de dólares anuales. La Casa Blanca tiene medios –que no emplea– para convencer a su mejor amigo en Medio Oriente, pero Obama no mencionó el tema en su mensaje.

Otra casi ausencia fue Afganistán: el presidente le dedicó apenas menos de 100 palabras de las más de siete mil del texto, aunque es el centro de su política militar y resolvió enviar otros 30.000 soldados. Cantidad aparte, la calidad de esas palabras no es muy convincente. “En Afganistán –dijo– estamos aumentando nuestras tropas y entrenando a las fuerzas de seguridad afganas para que tomen el mando en julio de 2011 y nuestra tropas puedan comenzar a volver a casa.” Los mandos militares dudan de que sea posible: hubo más de 300 bajas estadounidenses en el 2009, cifra nunca registrada antes en los ocho años de ocupación y guerra.

Washington propuso a algunos aliados crear una Fundación para la Paz y la Reintegración que permitiría invertir de 500 a 1000 millones de dólares en los próximos cinco años para comprar talibán rasos y cuadros medios con dinero en efectivo y promesas de empleo y de cargos en el gobierno de Karzai (www.thenational.ae, 26-1-10). Al parecer, la Casa Blanca tampoco confía plenamente en un triunfo por las armas. Está por verse el éxito de esta táctica monetaria: la dirigencia talibán denunció que era “una trampa” para dividir sus fuerzas (www.thenews.com, 29-1-10). En efecto.

Se dice que Obama careció por completo de un buen asesoramiento al diseñar la estrategia para Afganistán. Quién sabe. El teniente general (R) Karl W. Eikenberry, actual embajador de EE.UU. en el país centroasiático, sirvió dos veces en el terreno –la primera, encargado de reconstruir las fuerzas de seguridad afganas; la segunda, en calidad de comandante en jefe de todas las tropas invasoras estadounidenses– y supo advertir a Obama en un cable que le envió el 6 de noviembre pasado: el aumento de tropas “entrañará más gastos y obligará a EE.UU. a un desempeño militar a largo plazo y en gran escala... Nosotros sobreestimamos la capacidad de las fuerzas armadas afganas de hacerse cargo hacia el 2013 y subestimamos el tiempo que nos llevará instaurar o establecer un gobierno civil” (www.nytimes.com, 26-1-10). No fue escuchado.

Una manifiesta omisión del mensaje de Obama: la prisión de Guantánamo y su incumplida promesa de cerrarla en el primer año de su mandato. Otra: Yemen, a pesar de que lo incluyó en los frentes de batalla contra el terrorismo y que ya combaten allí comandos especiales estadounidenses. Y un alarde: se jactó de que en 2009 habían sido muertos y capturados más miembros de Al Qaida que en 2008. Imposible verificarlo. Se sabe, sí, que abundan las víctimas civiles de afganos y paquistaníes. Esa matanza tampoco se congela.

(Extraído de www.pagina12.com.ar)

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domingo, 10 de enero de 2010

Enfermos de terror


Amy Goodman
7/1/2010

En los últimos días, los medios de comunicación se han visto inundados con informes acerca del frustrado atentado al vuelo 253 de Nothwest Airlines el día de Navidad. Cuando Umar Farouk Abdulmutallab, ahora conocido como “el hombre del explosivo en la ropa interior”, falló en su presunto ataque, casi 300 personas se salvaron de lo que muy posiblemente habría sido un horrible y violento final. A partir de este incidente aéreo, se ha reiniciado el debate en torno al terrorismo y la mejor manera de proteger al pueblo estadounidense.

Al mismo tiempo, otro asesino acecha a los estadounidenses. Según cifras estimativas recientes este asesino se cobra la vida de 45.000 estadounidenses al año (uno cada 10 minutos) pero aún así pasa desapercibido. Esto significa que 3.750 personas que mueren cada mes—más de las que murieron en los atentados del 11S— podrían salvarse con una simple firma.

Este asesino es la falta de una adecuada cobertura médica en Estados Unidos. A fines de 2009, investigadores de la Escuela de Medicina de Harvard llegaron a la conclusión de que 45.000 personas mueren innecesariamente cada año a causa de la falta de seguro de salud. Los investigadores develaron además otro hecho sorprendente: en 2008 murieron cuatro veces más veteranos del ejército estadounidense porque no tenían seguro de salud que el número total de soldados caídos en Irak y Afganistán en el mismo período. El dato es correcto: 2.266 veteranos de menos de 65 años de edad murieron porque no tenían seguro médico.

El martes, el Presidente Barack Obama se mostró vehemente en su declaración pública tras la reunión que mantuvo con el equipo de seguridad nacional para tratar el tema del atentado. Obama afirmó: “No fue un error al recavar información de inteligencia, fue un error al integrar y entender la información que ya poseíamos. La información existía. Las agencias y analistas que la necesitaban tenían acceso a ella y nuestros profesionales estaban entrenados para buscar y compilar ese tipo de información. Voy a aceptar que por su naturaleza, la información de inteligencia es imperfecta, pero está cada vez más claro que en este caso, la información de inteligencia no fue analizada por completo ni aprovechada al máximo. Esto no es aceptable y no voy a tolerarlo. Una y otra vez hemos visto que es crucial compilar información y actuar en forma inmediata para permanecer un paso delante de hábiles adversarios. Como consecuencia, debemos actuar mejor y actuaremos mejor. Es imperativo que lo hagamos rápidamente. Están en riesgo vidas estadounidenses.”

Todo lo cual es realmente admirable. Imagínense si se tratara con la misma urgencia el tema del resquebrajado sistema de salud que innecesariamente causa la muerte de 45.000 personas por año. Y ya que ahora se destinarán fondos de estímulo para proveer a los aeropuertos con más equipos de escaneo, ¿por qué no destinar dinero a garantizar que en todos los centros de salud comunitarios se puedan realizar mamografías y exámenes de próstata?

Está también el tema de la investigación acerca de quién es responsable por el atentado fallido de Navidad y el intento de obtener del presunto atacante “información de inteligencia procesable” a fin de prevenir futuros ataques. Todo eso está muy bien.

Sin embargo, tenemos “información procesable” acerca de por qué la gente muere por falta de seguro médico y de cómo las compañías de seguros de salud privan sistemáticamente de cobertura a sus afiliados para aumentar sus ganancias, y ¿qué se ha hecho acerca de este tema?

El día anterior al incidente de la bomba escondida debajo de la ropa interior, en vísperas de Navidad, el Senado de Estados Unidos aprobó el Proyecto de ley de Reforma del Sistema de Salud con 60 votos a favor y 39 en contra. Obama describió el proyecto como “la legislación social más importante desde la Ley de Seguridad Social aprobada en la década de 1930”. Sin embargo, para llegar a ese mágico número de 60 votos en el Senado, el ya debilitado proyecto de esa cámara tuvo que ponerse de rodillas ante los gustos del Senador Joe Lieberman de Connecticut, el estado conocido como la meca de las empresas de los seguros de salud, y del demócrata conservador Ben Nelson de Nebraska. Las versiones de la reforma del sistema de salud del Senado y de la Cámara de Representes deben ahora ser conciliadas en un Comité bicameral especial.


En EE.UU., el proceso de los comités bicamerales especiales es poco conocido. Es frecuente que durante este proceso los proyectos de ley sufran cambios importantes que pasan casi o totalmente desapercibidos. Es por este motivo que Brian Lamb, Director General de C-SPAN envió una carta a los líderes del Congreso el 30 de diciembre solicitando autorización para televisar el proceso.

En ella escribió: “Respetuosamente solicitamos a ustedes permitan que el público tenga acceso total, a través de la televisión, al proceso de definición de esta legislación, que afectará la vida de cada uno de los estadounidenses.” Pero en lugar de simplemente permitir el acceso, la Presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, afirmó que “nunca ha habido un proceso más abierto que este”.

Además, Pelosi y los demócratas dicen ahora que el proyecto ni siquiera pasará por un comité bicameral formal, sino que más bien se negociará en sesiones informales a puertas cerradas entre los presidentes de los comités claves. De esta manera los republicanos no tendrían oportunidades de obstruir el proceso, pero al mismo tiempo esto daría a unos pocos individuos un enorme poder para hacer tratos, tal como hicieron los senadores Nelson y Lieberman. Dado que las industrias de seguros, de equipos médicos y las farmacéuticas gastaron cerca de 1.4 millones de dólares por día para ejercer influencia en el debate acerca de la reforma de la salud, debemos preguntarnos: ¿quién tendrá acceso a los pocos legisladores detrás de esas puertas cerradas?

Wendell Potter, el ex portavoz de la aseguradora CIGNA y quien se ha convertido en denunciante de la industria de los seguros de salud dice saber “dónde se sepulta a los muertos”. Seamos consistentes. Si nos preocupamos por salvar vidas estadounidenses, pongámonos en acción ahora.

(Extraído de www.democracynow.org)

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sábado, 2 de enero de 2010

El encubierto agente de la revolución


Obama fue el candidato del ala izquierda de la CIA y con él han recuperado el poder los pupilos de la Trilateral

Eliseo Bayo
1/1/2010

Barak Obama fue el candidato de la comunidad de la Inteligencia. Más exactamente, representa el ala izquierdista de la CIA, lo que no es sorprendente salvo si se tiene una idea demasiado simplista de la Central. El mundo lo mueven las fuerzas revolucionarias, aunque aparentemente no se note su fuerza de gravedad.

El escenario ha cambiado radicalmente. Se han ido los neocons de la Casa Blanca. Todavía acarrean las culpas de casi todo lo malo que ha ocurrido en el mundo, y es cierto que se equivocaron. Casi nadie se acuerda ya de que el mundo era un lugar apetecible para vivir y esperar vivir mejor. La seguridad colectiva, el mundo de la estabilidad cambiante, el paraíso de los pequeñoburgueses viviendo de las migajas de los grandes especuladores, se fue literalmente al carajo.

Los neocon no han sido sustituidos por una clase política honesta y limpia, dispuesta a cambiar los paradigmas, porque tal cosa no existe. Han vuelto los viejos monstruos agentes de la revolución: tipos como Brzezinski y Soros, los inmortales, dispuestos a cambiar la cara visible del imperialismo.

El poder en Washington ha pasado de los neocon a la Trilateral. Vuelven los pupilos de una organización nacida para lograr una utopía contra natura: que las riendas del mundo sigan en las mismas manos de los que las tuvieron durante siglos, hasta que fueron arrebatadas por los rebeldes del gran sueño americano.

La Trilateral entró en la Casa Blanca con Carter, apoyado por sus amos David Rockefeller, Zbigniew Brzezinski y Paul Volcker. Aquella Administración provocó no menos de cinco millones de muertos, sin contar los que fueron condenados en el libelo Informe Mundial 2000 con el que se inició la despoblación de África.

Brzezinski manipuló las cosas para que los rusos invadieran Afganistán, provocó la guerra Irak-Irán, mientras que Volker elevó el interés del dinero hasta el 22%, lo que significó la destrucción de la infraestructura industrial norteamericana (y de rebote, la española).

Obama fue reclutado por Brzezinski cuando estudiaba en la Universidad de Columbia. Allí entró en contacto con la Trilateral y el Club de Bilderberg, uno de cuyos mentores es el neoliberal Joseph Nye, el principal apoyo ideológico de Obama y el que lo introdujo también en la Ford Foundation (la institución más conservadora de EEUU, al servicio de la oligarquía financiera), en el Council on Foreign Relations y en la Escuela de Chicago (con el profesor Austin Goolsby, de la extrema derecha económica).

La Fundación Gamaliel

La madre de Obama, Stanley Ann Dunham, de fachada procomunista pero relacionada con los servicios de inteligencia, sirvió a la Ford Foundation y al Banco Mundial . Su hijo trabajó para la Fundación Gamaliel, junto al militante palestino y amigo suyo Rashid Khalidi, portavoz de Arafat. Probablemente allí es donde Obama se interesó por el programa de llevar la sanidad pública a toda la gente y aprendió a gestionar el trabajo social.

En la misma fundación estaba Bill Ayres, activista revolucionario en la década de los sesenta y protector de Obama. Este se sentó durante 20 años en las rodillas de Jeremiah Wright el activista de la teología de la liberación negra.

La compleja personalidad de Obama dibuja la figura de un presidente de la primera potencia en guerra permanente, puesto que la paz no es posible hasta que el imperio imponga su Pax Mundial. Su pensamiento político se sustenta en los orígenes de EEUU, surgidos de una guerra por la libertad, la justicia y la igualdad. La estrategia global sería lograr la hegemonía de EEUU como garante de sus principios.

Brzezinski y los suyos hace tiempo que estigmatizaron a Rusia y a China como los principales enemigos, por lo que quieren utilizar a los radicales contra los enemigos de EEUU. Desde antes del 11-S, el servicio de inteligencia norteamericano apoyaba a Al Qaeda y a los talibanes para lanzar a los uigures musulmanes contra el Gobierno chino, y a los talibanes contra los aliados rusos de Asia Central.


El objetivo de la presencia en Afganistán no es erradicar Al Qaeda, ni a los talibanes, con los que no tardarán en entenderse, sino estar en situación de golpear a Rusia y a China. China tiene la economía más fuerte del mundo, disciplina social, abundante mano de obra y clase media en ascenso. Rusia posee las mayores reservas mundiales de gas y de petróleo. Las dos superpotencias convergen en la Organización para la Cooperación Shan-ghai, creada en 2001 (con Kazakstán, Kirguistán, Tayikistán, y Uzbekistán).

El viejo Gran Juego

La esencia del nuevo imperialismo es reproducir el viejo Gran Juego de utilizar a una pequeña potencia para atacar al objetivo y hacer que los vecinos se peleen entre sí de forma que gane el aliado. Se destruye a Pakistán, con el pretexto de bombardear a Al Qaeda. Curiosamente ni Bush, ni McCain, ni Clinton estuvieron de acuerdo en bombardear Pakistán, Obama, sí. ¿Por qué? Porque Pakistán es un aliado tradicional de China.

Esta depende de África para abastecerse de materias primas y de petróleo, especialmente de Sudán que le suministra el 8% de sus necesidades de crudo. Hay que echar a China de África y aislarla, para que si se le priva de aprovisionamiento de energía vaya a buscarlo a Siberia Oriental, donde hay abundancia de materias primas y muy poca población.

El problema está en que Pekín y Moscú conocen el juego, y al mismo tiempo toda la estructura financiera anglo-estadounidense está en profunda crisis. Obama domina el escenario ideológico que llevaría a una revolución sin precedentes, pero carece de aliados capaces de entenderla y el mundo ha sido ganado por la irracionalidad y el caos destructivo. La esperanza es una quimera, por lo que ningún revolucionario consecuente la ofrece. El mundo nuevo, precisamente por serlo, surge cuando el viejo ha desaparecido por completo sin que pueda imaginar cómo será el que le suceda.

(Extraído de www.publico.es)

domingo, 13 de diciembre de 2009

¿En quién se inspiró Obama?


Koldo Campos Sagaseta
Rebelión
13/12/2009

Al margen de que Barak Obama asegurase sentirse inspirado por Ghandi y Luther King, las palabras con que agradeció la infamia del Nobel de la Paz, más evocaba el viejo discurso del presidente George Bush en febrero de 1991 sobre el estado de la nación que cualquier pensamiento de quienes se declaraba humilde admirador. De hecho, el discurso de Obama, con excepción de algunos párrafos intrascendentes y algún que otro proverbio romano que yo pensaba en desuso, se parece tanto al de su antecesor que hasta podría ser el mismo.

Dijo Bush entonces: “Nuestra causa es justa. Nuestra causa es moral. Nuestra causa es correcta”.

Dice Obama ahora: “Nuestra guerra es justa”.

Dijo Bush entonces:“Como americanos sabemos que hay veces en que debemos dar un paso al frente y aceptar nuestra responsabilidad de dirigir al mundo, lejos del caos oscuro de los dictadores. Somos la única nación en este planeta capaz de aglutinar a las fuerzas de la paz”.

Dice Obama ahora: “Estados Unidos de América ha ayudado a garantizar la seguridad mundial durante más de seis décadas con la sangre de nuestros ciudadanos y el poderío de nuestras armas. El servicio y sacrificio de nuestros hombres y mujeres de uniforme han promovido la paz y prosperidad desde Alemania hasta Corea, y permitido que la democracia eche raíces en lugares como los países balcánicos”.

Dijo Bush entonces:“Esta nación nunca encontró gloria en la guerra. Nuestro pueblo nunca ha querido abandonar las bendiciones de su hogar y su trabajo por ir a tierras lejanas y a conflictos mortales. Si peleamos con ira, es tan sólo por el hecho de tener que pelear. Y todos nosotros anhelamos un mundo en que nunca tengamos que pelear de nuevo.

Dice Obama ahora: “Por supuesto, las herramientas de guerra juegan un papel determinante para preservar la paz y por tanto, esta verdad debe coexistir con otra: aunque se justifica por sí misma, la guerra promete una tragedia humana. Soy plenamente consciente del coste que suponen los conflictos armados”.

Dijo Bush entonces: “Como ya he dicho a menudo, nosotros no deseábamos la guerra, pero todos conocemos ese versículo del Eclesiastés que dice que hay un tiempo para la paz y un tiempo para la guerra”.

Dice Obama ahora: “Decir que la guerra puede ser necesaria no es un llamamiento al cinismo, es reconocer la historia, las imperfecciones humanas y los límites de la razón”.

Dijo Bush entonces: “Por dos siglos hemos trabajado por la libertad. Esta noche estamos a la cabeza del mundo al enfrentarnos con una amenaza contra el decoro y la humanidad. Lo que está en juego es algo más que un pequeño país, es una gran idea: un Nuevo Orden Mundial donde diversas naciones se unen por una causa común para lograr las aspiraciones universales de la humanidad: paz y seguridad, libertad y el gobierno por la ley. Tal es el mundo merecedor de nuestra lucha y digno del futuro de nuestros hijos.

Dice Obama ahora: « No puedo permanecer inactivo frente a las amenazas que existen contra el pueblo americano. Que no les engañen: el mal existe en el mundo. La no violencia no habría resultado suficiente para detener a los ejércitos de Hitler ni para convencer a Al-Qaeda para que deje las armas».

Dijo Bush entonces: “Que Dios bendiga a los Estados Unidos de América”.

Dice Obama ahora: “Que Dios bendiga a los Estados Unidos de América”.

(Extraído de www.rebelion.org)



Discurso del Presidente Obama - Premio Nobel (noticia)

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El discurso guerrerista de Barack Obama en West Point (artículo)

Transcripción del discurso de Barack Obama en la academia militar West Point

sábado, 5 de diciembre de 2009

El hombre menos poderoso del mundo



Paul Craig Roberts
Information Clearing House
5/12/2009

El lobby de Israel no tardó mucho en meter en vereda al presidente Obama respecto a su prohibición de establecer más asentamientos ilegales israelíes en tierra palestina ocupada. Obama descubrió que un simple presidente estadounidense carece de autoridad cuando se enfrenta al lobby de Israel y que simplemente a EE.UU. no se le permite hacer una política para Oriente Próximo separada de la de Israel.

Obama también descubrió que tampoco puede cambiar casi nada más, por si algún día hubiera tenido la intención de hacerlo.

El lobby militar y de seguridad tiene en su orden del día la guerra y un Estado policial en el interior, y un simple presidente estadounidense no puede hacer nada al respecto.

El presidente Obama puede ordenar el cierre de la cámara de tortura en Guantánamo y que se detengan los secuestros, las entregas y la tortura, pero nadie cumple las órdenes.

En lo esencial, Obama es irrelevante.

El presidente Obama puede prometer que va a traer a los soldados a casa, y el lobby militar dice: “No, los va a enviar a Afganistán, y mientras tanto inicie una guerra en Pakistán y conduzca a Irán a una posición que sirva de excusa para otra guerra. Las guerras son demasiado lucrativas como para que le permitamos que las detenga.” Y el simple presidente tiene que decir: “¡Sí, señor!”

Obama puede prometer atención sanitaria a 50 millones de estadounidenses sin seguro, pero no puede pasar por encima del veto del lobby de la guerra y el lobby de los seguros. El lobby de la guerra dice que sus beneficios con la guerra son más importantes que la atención sanitaria y que el país no se puede permitir al mismo tiempo la “guerra contra el terror” y la “medicina socializada.”

El lobby de los seguros dice que la atención sanitaria tienen que suministrarla los seguros privados de salud; de otra manera, no nos la podemos permitir.

Los lobbies de la guerra y de los seguros agitaron sus registros de donaciones para las campañas electorales y convencieron rápidamente al Congreso y a la Casa Blanca de que el verdadero propósito de la ley de atención sanitaria era ahorrar dinero reduciendo las prestaciones de Medicare y Medicaid, “controlando las prerrogativas.”

Prerrogativas es una palabra derechista utilizada para denigrar las pocas cosas que hizo el gobierno, en un pasado distante, para los ciudadanos. La Seguridad Social y Medicare, por ejemplo, se denigran como “prerrogativas.” La derecha no para de hablar sobre la Seguridad Social y Medicare como si fueran dádivas de asistencia social a gente poco diligente que se niega a cuidar de sí misma, mientras en realidad los ciudadanos pagan de más por las miserables prestaciones con un impuesto de un 15% sobre sus ingresos.

Por cierto, desde hace decenios el gobierno federal financia sus guerras y sus presupuestos militares con el excedente de los ingresos cobrados por el impuesto de Seguridad Social.

Afirmar, como hace la derecha, que no nos podemos permitir lo único en todo el presupuesto que ha producido consistentemente un excedente de ingresos, indica que el verdadero objetivo es despachurrar al simple ciudadano.

Las verdaderas prerrogativas nunca se mencionan. El presupuesto de “defensa” es una prerrogativa del complejo militar y de seguridad acerca del cual el presidente Eisenhower nos advirtió hace 50 años. Una persona tiene que ser demente para creer que EE.UU., “la única superpotencia del mundo” protegida por océanos al este y al oeste y por Estados títeres al norte y al sur, necesita un presupuesto de “defensa” mayor que los gastos militares del resto del mundo en su conjunto.

El presupuesto militar no es otra cosa que una prerrogativa del complejo militar y de la seguridad. Para ocultar este hecho, la prerrogativa se disfraza de protección contra los “enemigos” y pasa a través del Pentágono.

Yo digo que eliminen al intermediario y simplemente asignen un porcentaje del presupuesto federal al complejo militar y de la seguridad. Así no tendremos que inventar razones para invadir otros países e ir a la guerra para que el complejo militar y de la seguridad obtenga su prerrogativa. Sería mucho más barato darles el dinero directamente, y se ahorrarían muchas vidas y dolor en el país y en el exterior.

La invasión estadounidense de Iraq no tuvo absolutamente nada que ver con los intereses nacionales de EE.UU. Tuvo que ver con los beneficios de la industria de armamentos y con la eliminación de un obstáculo a la expansión territorial de Israel. El coste de la guerra, aparte de los 3 billones de dólares, fue de 4.000 estadounidenses muertos, más de 30.000 estadounidenses heridos y mutilados, decenas de miles de matrimonios estadounidenses rotos y carreras destruidas, un millón de iraquíes muertos, cuatro millones de iraquíes desplazados, y un país destruido.

Todo esto se hizoo en función de los beneficios del complejo militar y de la seguridad y para que Israel, paranoico, armado de 200 armas nucleares, se sienta “seguro”.

Mi propuesta enriquecería aún más al complejo militar y de la seguridad, ya que las compañías recibirían el dinero sin tener que producir las armas. En su lugar, todo el dinero se podría destinar a bonificaciones multimillonarias y a pagos de dividendos a los accionistas. No habría que matar a nadie, dentro o fuera del país, y al contribuyente le iría mejor.

Ningún interés nacional estadounidense necesita la guerra de Afganistán. Como reveló el ex embajador del Reino Unido, Craig Murray, el propósito de la guerra es proteger el interés de Unocal en el gasoducto Trans-Afganistán. El coste de la guerra es muchas veces mayor que la inversión de Unocal en el gasoducto. La solución obvia es comprar Unocal, dar el gasoducto a los afganos como compensación parcial por la destrucción que hemos infligido a ese país y a su población, y traer a los soldados a casa.

El motivo por el cual mis soluciones sensatas no pueden ser realizadas es que los lobbies piensan que sus prerrogativas no sobrevivirían si fueran obvias. Piensan que si el pueblo estadounidense supiera que las guerras se libran para enriquecer a las industrias de armamentos y del petróleo, la gente pondría fin a las guerras.

En realidad, el pueblo estadounidense no tiene voz ni voto en lo que hace “su” gobierno. Los sondeos públicos muestran que la mitad o más del pueblo estadounidense no apoya las guerras en Iraq o Afganistán y no apoya la escalada de la guerra en Afganistán del presidente Obama. Sin embargo, las ocupaciones y las guerras continúan. Según el general Stanley McChrystal, los 40.000 soldados adicionales bastan para estabilizar la guerra, es decir, que siga para siempre, la situación ideal para el lobby de los armamentos.

La gente quiere atención sanitaria, pero el gobierno no escucha.

La gente quiere puestos de trabajo, pero Wall Street quiere mejores precios para las acciones y obliga a las firmas estadounidenses a exportar los puestos de trabajo a países con mano de obra más barata.

El pueblo estadounidense no tiene efecto en nada. No puede afectar nada. Se ha hecho tan irrelevante como Obama. Y seguirá siendo irrelevante mientras los grupos de intereses organizados puedan comprar al gobierno de EE.UU.

La incapacidad de la democracia estadounidense para producir cualesquiera resultados deseados por los votantes es obvia. La total indiferencia del gobierno ante el pueblo es la contribución del conservadurismo a la democracia de EE.UU. Hace algunos años hubo un esfuerzo por devolver el gobierno a manos del pueblo limitando la capacidad de grupos de intereses organizados de invertir enormes cantidades de dinero en campañas políticas y, por lo tanto, comprometer al funcionario elegido con quienes subvencionaron su elección. Los conservadores dicen que toda limitación sería una violación de la garantía de libertad de expresión de la Primera Enmienda.

Los mismos “protectores” de la “libertad de expresión” no objetaron la aprobación por el lobby de Israel de la ley de “expresión de odio”, que criminalizó la crítica del trato genocida de Israel hacia los palestinos y el continuo robo de sus tierras.

En menos de un año, el presidente Obama ha traicionado a todos sus partidarios y roto todas sus promesas. Es un cautivo total de la oligarquía de los grupos de intereses dominantes. A menos que lo salve un acontecimiento orquestado del tipo 11-S, Obama será un presidente de un solo período. Por cierto, el colapso de la economía lo condenará, sin tener en cuenta un “evento terrorista.”

Los republicanos están preparando a Palin. Nuestra primera presidenta, después de nuestro primer presidente negro, completará la transición a un Estado policial estadounidense mediante el arresto de críticos y manifestantes contra las políticas inmorales exteriores e interiores de Washington, y ella completará la destrucción de la reputación de EE.UU. en el extranjero.

Putin, de Rusia, ya ha comparado a EE.UU. con la Alemania nazi, y el primer ministro chino ha comparado a EE.UU. con un deudor irresponsable y despilfarrador.

Cada vez más, el resto del mundo ve a EE.UU. como la única fuente de todos sus problemas. Alemania ha perdido al jefe de sus fuerzas armadas y a su ministro de defensa, porque EE.UU. convenció o presionó, por las buenas o por las malas, al gobierno alemán para que violara su Constitución y enviara tropas a combatir por los intereses de Unocal en Afganistán. Los alemanes pretendieron que sus tropas no estaban realmente combatiendo, sino que estaban involucradas en una “operación de mantenimiento de la paz.” Esto funcionó más o menos hasta que los alemanes pidieron apoyo aéreo que asesinó a 100 mujeres y niños que hacían fila para conseguir combustible.

Los británicos están investigando a su principal criminal, el ex primer ministro Tony Blair, y cómo engañó a su propio gabinete a fin hacer lo que quería Bush y suministrar alguna cobertura para su invasión ilegal de Iraq. Los investigadores británicos no pueden presentar acusaciones criminales, pero el tema de la guerra basada enteramente en un engaño orquestado y en mentiras está obteniendo una audiencia. Resonará en todo el mundo, y el mundo tomará nota de que no hay una investigación equivalente en EE.UU., el país que originó la Guerra Falsa.

Mientras tanto, los bancos de inversión de EE.UU., que destruyeron la estabilidad financiera de muchos gobiernos, incluido el de EE.UU., siguen controlando, como han hecho desde el gobierno de Clinton, la política económica y financiera de EE.UU. El mundo ha sufrido terriblemente gracias a los gánsteres de Wall Street, y ahora mira a EE.UU. con ojo crítico.

EE.UU. ya no cuenta con el respeto con el que contaba bajo el presidente Ronald Reagan o el presidente George Herbert Walker Bush. Los sondeos mundiales demuestran que EE.UU. y su titiritero están considerados como las dos mayores amenazas para la paz. Washington e Israel superan en la lista de los más peligrosos al régimen demente de Corea del Norte.

El mundo comienza a ver a EE.UU. como un país que debe abandonar su posición. Cuando el dólar está sobre-inflado por un Washington incapaz de pagar sus cuentas, ¿el mundo se motivará por la codicia y tratará de salvarnos para proteger sus inversiones, o dirá, gracias a Dios, ¡buen viaje!?

(Extraído de www.rebelion.org)