George Lakoff - Marc Ettlinger - Sam Ferguson
11/09/06
La izquierda ha caído en una trampa. Envalentonada por la caída en picado de los índices de aprobación al Presidente Bush, la izquierda ha ido señalando cada vez más los fracasos de Bush, etiquetándole a él y a su administración de incompetentes. Por muy autocomplaciente que pueda ser esta crítica, yerra el tiro. Los desastres provocados por Bush – el Katrina, la Guerra de Irak, el déficit fiscal – no es que sean una prueba de su incompetencia o su incapacidad de gestión. Son más bien efectos naturales, casi inevitables, de su filosofía de gobierno conservadora. Es el conservadurismo en sí mismo, llevado a cabo consecuentemente, el auténtico culpable, sostienen George Lakoff y sus colaboradores Marc Ettlinger y Sam Ferguson del Rockridge Institute.
Los progresistas han caído en una trampa. Envalentonados por la caída en picado de los índices de aprobación al Presidente Bush, los progresistas han ido señalando cada vez más los fracasos de Bush, etiquetándole a él y a su administración de incompetentes. Por ejemplo, Nancy Pelosi comenta “La situación en Irak y la imprudente política económica para mi indican una misma cosa, la incompetencia de nuestro líder”. Por muy autocomplaciente que pueda ser esta crítica, yerra el tiro. Los desastres provocados por Bush – el Katrina, la Guerra de Irak, el déficit fiscal – no es que sean una prueba de su incompetencia o su incapacidad de gestión. Son más bien efectos naturales, casi inevitables, de su filosofía de gobierno conservadora. Es el conservadurismo en si mismo, llevado a cabo consecuentemente, el auténtico culpable. Bush no seguirá más ahí, pero otros conservadores lo harán. Su filosofía de gobierno es también la de ellos. Deberíamos exigir la responsabilidad allí dónde corresponde, a todos los presidentes y candidatos conservadores que nos llevarán hacia el mismo precipicio.
Para las bases de Bush, su torpe provincianismo es parte de su encanto: alimenta el populismo conservador. Bush exagera esta imagen afirmando orgulloso que no le interesa ni la lectura ni la actualidad, su afición a las siestas y las vacaciones y sus bromas de autodesprecio. Esta imagen hace que la oposición subestime sus capacidades –tachándole de completo idiota–, y desvía la crítica hacia sus aliados conservadores. Si el problema es la incompetencia, todo es cuestión de Bush. Pero, si es el conservadurismo el problema, entonces se trata de un conjunto de ideas, de un movimiento y sus muchos adeptos.
La idea de que Bush sea un incompetente resulta curiosa. Fíjense en la siguiente lista (incompleta) de las principales iniciativas que la administración Bush, junto con un leal Congreso conservador, ha llevado a cabo:
Concentrar el poder en el ejecutivo hasta un nivel sin precedentes.
Empezar dos grandes guerras, una de ellas con una más que cuestionable inteligencia y en desacuerdo con el estamento militar.
Situar en el Tribunal Supremo dos jueces de extrema derecha, y abarrotar los tribunales federales de nivel inferior con muchos más.
Recortar los impuestos en tiempo de guerra, un hecho sin precedentes.
Aprobar varios proyectos de ley muy controvertidos como la PATRIOT Act (Ley PATRIOT), la No Child Left Behind Act (Ley Ningún Niño Queda Atrás), el proyecto de ley Medicare Drug, el proyecto de ley Bankruptcy y varios drásticos recortes de impuestos.
Reducir y negarse a cumplir una multitud de regulación sobre protección básica.
Nombrar funcionarios del sector industrial para supervisar los organismos reguladores.
Establecer un importante rol para la religión mediante iniciativas confesionales.
Aprobar una legislación orwelliana para agredir el medio ambiente – las iniciativas "The Healthy Forests Act" (Ley Para Bosques Saludables) y "Clear Skies Initiative" (Iniciativa Para Un Cielo Claro) – para deforestar los espacios públicos y para llenar con más polución nuestro cielo.
Ganar la reelección y consolidar el férreo control de su partido sobre el Congreso.
No hay señal alguna de incompetencia. Como debería quedar tristemente claro, la administración Bush ha resultado abrumadoramente competente en hacer avanzar su ideal conservador. Ha sido totalmente efectiva en alcanzar sus objetivos al perseverar en una filosofía conservadora.
No es Bush quien ha resultado tan dañino, sino que es la agenda conservadora.
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