Peter Phillips
Global Research
24-07-2008
Estados Unidos es directamente responsable de alrededor de un millón de muertos iraquíes desde que invadió Iraq hace cinco años y medio. En un informe de enero de 2008, un grupo británico de sondeos, Opinión Research Business (ORB), informó que: “El trabajo de investigación realizado confirma nuestra estimación previa de que alrededor de un millón de ciudadanos iraquíes han muerto como consecuencia del conflicto iniciado en marzo de 2003… En estos momentos valoramos que el número de víctimas, entre marzo de 2003 y agosto de 2007, ha sido probablemente del orden de 1.033.000 muertos. Si tenemos en cuenta el margen de error asociado a los datos de una investigación de esta naturaleza, la cifra estimada se situaría entonces entre los 946.000 y 1.120.000 muertos”.
El informe de ORB seguía las huellas de dos estudios anteriores dirigidos por la Universidad Johns Hopkins que se publicaron en la revista médica británica Lancet ( ver aquí) y que confirmaban las cifras continuas de muertes masivas en Iraq. Un estudio realizado por el Dr. Les Roberts, del 1 de enero de 2002 al 18 de marzo de 2003, fijaba las muertes de civiles en aquel momento en alrededor de 100.000. Un segundo estudio publicado en Lancet en octubre de 2006 documentaba alrededor de 650.000 muertos civiles en Iraq desde el comienzo de la invasión estadounidense (*). El estudio de 2006 confirma que fueron los bombardeos aéreos estadounidenses sobre barriadas civiles los que causaron la tercera parte de esas muertes, y que alrededor de la mitad de las muertes son directamente atribuibles a las fuerzas de EEUU.
La cifra ahora estimada, en julio de 2008, de 1.200.000 muertos incluye niños, padres, abuelos, bisabuelos, taxistas, clérigos, profesores, obreros, policías, poetas, trabajadores sanitarios, proveedores de servicios de guardería, trabajadores de la construcción, canguros, músicos, panaderos, trabajadores de la hostelería y muchos más. Porque Estados Unidos decidió invadir su país, en Iraq han muerto personas de todas las clases, de todos los sectores. Son muertes que exceden sobremanera las tasas normales de muertos civiles bajo el anterior gobierno.
La magnitud de esas muertes es innegable. La ocupación continuada de las fuerzas de EEUU garantiza una tasa de mortalidad masiva en exceso de 10.000 personas por mes, y de esa cifra la mitad mueren a manos de las fuerzas estadounidenses, una carnicería tan grave y tan concentrada que es equiparable a las más atroces matanzas masivas perpetradas en la historia del mundo. Ese acto no ha pasado desapercibido.
Recientemente, Dennis Kucinich introdujo un sencillo artículo en el que abogaba por el impeachment contra George Bush por mentir al Congreso y al pueblo estadounidense sobre las razones para invadir Iraq. El 15 de julio, la Cámara remitió la resolución al Comité Judicial por 238 contra 180 votos. Que Bush mintió sobre las armas de destrucción masiva y sobre la amenaza que Iraq representaba para EEUU está más allá de toda duda. La anterior fiscal federal Elizabeth De la Vega nos documenta con toda profundidad las mentiras de Bush en su libro “U.S. Vs Bush”, y numerosos otros investigadores han verificado asimismo las falsas declaraciones de Bush.
El pueblo estadounidense se enfrenta a un dilema moral muy serio. Se han cometido, en nuestro nombre, todo tipo de asesinatos y crímenes de guerra. Hemos permitido que la guerra/ocupación continúe en Iraq y, sin embargo, los dos principales candidatos a la Presidencia nos ofrecen muy pocas posibilidades de un cese inmediato de los asesinatos masivos. Por un lado, McCain aceptaría sin dudar la muerte de otro millón de civiles iraquíes para salvar la cara de Estados Unidos y, por otro, el calendario de 18 meses para la retirada de Obama va a acarrear, probablemente, otras 250.000 muertes de civiles, cuando no más.
Se lo debemos a nuestros hijos, nos lo debemos a nosotros mismos: un futuro sin la vergüenza de llevar asesinatos masivos en nuestra conciencia. La única solución a este dilema es la retirada inmediata de todas las tropas estadounidenses de Iraq y el enjuiciamiento y prisión de todos los responsables. Cualquier otra cosa conlleva un pecado original permanente en el alma de la nación del que nos tendremos que lamentar siempre.
Peter Phillips es Profesor de Sociología en la Universidad del Estado de Sonoma y director de Project Censores, un grupo de investigación de los medios. Es co-editor, con Dennis Loo, del libro: “Impeach the President: The Case Against Bush and Cheney”).
Global Research
24-07-2008
Estados Unidos es directamente responsable de alrededor de un millón de muertos iraquíes desde que invadió Iraq hace cinco años y medio. En un informe de enero de 2008, un grupo británico de sondeos, Opinión Research Business (ORB), informó que: “El trabajo de investigación realizado confirma nuestra estimación previa de que alrededor de un millón de ciudadanos iraquíes han muerto como consecuencia del conflicto iniciado en marzo de 2003… En estos momentos valoramos que el número de víctimas, entre marzo de 2003 y agosto de 2007, ha sido probablemente del orden de 1.033.000 muertos. Si tenemos en cuenta el margen de error asociado a los datos de una investigación de esta naturaleza, la cifra estimada se situaría entonces entre los 946.000 y 1.120.000 muertos”.
El informe de ORB seguía las huellas de dos estudios anteriores dirigidos por la Universidad Johns Hopkins que se publicaron en la revista médica británica Lancet ( ver aquí) y que confirmaban las cifras continuas de muertes masivas en Iraq. Un estudio realizado por el Dr. Les Roberts, del 1 de enero de 2002 al 18 de marzo de 2003, fijaba las muertes de civiles en aquel momento en alrededor de 100.000. Un segundo estudio publicado en Lancet en octubre de 2006 documentaba alrededor de 650.000 muertos civiles en Iraq desde el comienzo de la invasión estadounidense (*). El estudio de 2006 confirma que fueron los bombardeos aéreos estadounidenses sobre barriadas civiles los que causaron la tercera parte de esas muertes, y que alrededor de la mitad de las muertes son directamente atribuibles a las fuerzas de EEUU.
La cifra ahora estimada, en julio de 2008, de 1.200.000 muertos incluye niños, padres, abuelos, bisabuelos, taxistas, clérigos, profesores, obreros, policías, poetas, trabajadores sanitarios, proveedores de servicios de guardería, trabajadores de la construcción, canguros, músicos, panaderos, trabajadores de la hostelería y muchos más. Porque Estados Unidos decidió invadir su país, en Iraq han muerto personas de todas las clases, de todos los sectores. Son muertes que exceden sobremanera las tasas normales de muertos civiles bajo el anterior gobierno.
La magnitud de esas muertes es innegable. La ocupación continuada de las fuerzas de EEUU garantiza una tasa de mortalidad masiva en exceso de 10.000 personas por mes, y de esa cifra la mitad mueren a manos de las fuerzas estadounidenses, una carnicería tan grave y tan concentrada que es equiparable a las más atroces matanzas masivas perpetradas en la historia del mundo. Ese acto no ha pasado desapercibido.
Recientemente, Dennis Kucinich introdujo un sencillo artículo en el que abogaba por el impeachment contra George Bush por mentir al Congreso y al pueblo estadounidense sobre las razones para invadir Iraq. El 15 de julio, la Cámara remitió la resolución al Comité Judicial por 238 contra 180 votos. Que Bush mintió sobre las armas de destrucción masiva y sobre la amenaza que Iraq representaba para EEUU está más allá de toda duda. La anterior fiscal federal Elizabeth De la Vega nos documenta con toda profundidad las mentiras de Bush en su libro “U.S. Vs Bush”, y numerosos otros investigadores han verificado asimismo las falsas declaraciones de Bush.
El pueblo estadounidense se enfrenta a un dilema moral muy serio. Se han cometido, en nuestro nombre, todo tipo de asesinatos y crímenes de guerra. Hemos permitido que la guerra/ocupación continúe en Iraq y, sin embargo, los dos principales candidatos a la Presidencia nos ofrecen muy pocas posibilidades de un cese inmediato de los asesinatos masivos. Por un lado, McCain aceptaría sin dudar la muerte de otro millón de civiles iraquíes para salvar la cara de Estados Unidos y, por otro, el calendario de 18 meses para la retirada de Obama va a acarrear, probablemente, otras 250.000 muertes de civiles, cuando no más.
Se lo debemos a nuestros hijos, nos lo debemos a nosotros mismos: un futuro sin la vergüenza de llevar asesinatos masivos en nuestra conciencia. La única solución a este dilema es la retirada inmediata de todas las tropas estadounidenses de Iraq y el enjuiciamiento y prisión de todos los responsables. Cualquier otra cosa conlleva un pecado original permanente en el alma de la nación del que nos tendremos que lamentar siempre.
Peter Phillips es Profesor de Sociología en la Universidad del Estado de Sonoma y director de Project Censores, un grupo de investigación de los medios. Es co-editor, con Dennis Loo, del libro: “Impeach the President: The Case Against Bush and Cheney”).
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