27/11/2006
El 7 de noviembre de 2006, durante las elecciones intermedias, los electores de Minnesota eligieron al demócrata Keith Ellison como nuevo miembro de la Cámara de Representantes de Estados Unidos. Lo interesante de ese resultado es que Ellison es el primer musulmán que se convierte en congresista. En un país que considera la religión como un elemento de la vida pública y cuyo gobierno ha conformado la imagen mediática «del» musulmán terrorista, esa elección no es neutra. Es por eso que el congresista de Minnesota fue emplazado a probar su fidelidad a Estados Unidos en medio de una entrevista que concedió a la CNN. En efecto, el periodista Glenn Beck simplemente le dijo al nuevo congresista: «Ok, no se ofenda. Yo conozco a los musulmanes, aprecio a los musulmanes, he estado en mezquitas, no creo realmente que el Islam sea una religión maléfica. Yo… usted sabe… Creo [esa religión] ha sido desviada, francamente. Pero aún diciendo eso, usted es un demócrata. Usted dice «Hay que salir [de Irak]» y yo tengo que preguntarle a usted, estoy nervioso en esta entrevista con usted por lo que siento al decirle esto: «Señor, déme la prueba de que usted no trabaja con nuestros enemigos». »
Al margen de los rodeos políticamente correctos que anteceden la pregunta en sí y lo que demuestran o no sobre la contrariedad real o aparente del presentador, la pregunta misma constituye ante todo una muestra del clima intelectual reinante en Estados Unidos. Hoy por hoy, aunque ciertas precauciones de rutina se imponen aún cuando se hace este tipo de pregunta (precauciones que se hacen quizás obligatorias únicamente cuando se trata de un congresista), la lealtad de los ciudadanos musulmanes a Estados Unidos parece ser el tipo de cuestión que necesita ser verificado mediante una pregunta. En las representaciones mediáticas posteriores al 11 de septiembre todo musulmán se convirtió en un aliado potencial «del» terrorismo y el esnobismo de Daniel Pipes («Todos los musulmanes no son terroristas pero todos los terroristas son musulmanes») es parte integrante de la reflexión de los personajes mediáticos estadounidenses.
En semejante contexto, poco importa la respuesta de Ellison, quien se acogió al discurso patriótico habitual. Lo importante es que le hicieron la pregunta y que esa interrogante sea considerada como una cuestión legítima (por cierto, el flamante congresista no se dio por ofendido). La industria del entretenimiento impuso desde hace mucho la imagen del musulmán/árabe enemigo, los neoconservadores la remachan y, hoy en día, los medios de difusión mainstream plantean abiertamente la cuestión de la «doble obediencia» de los ciudadanos musulmanes.
La pregunta de Beck viene a confirmar el estado avanzado del proceso de demonización de los musulmanes en Estados Unidos y del unanimismo de las élites estadounidenses alrededor de la ideología posracialista del « Choque de civilizaciones ».
(Extraído de www.voltairenet.org)
El 7 de noviembre de 2006, durante las elecciones intermedias, los electores de Minnesota eligieron al demócrata Keith Ellison como nuevo miembro de la Cámara de Representantes de Estados Unidos. Lo interesante de ese resultado es que Ellison es el primer musulmán que se convierte en congresista. En un país que considera la religión como un elemento de la vida pública y cuyo gobierno ha conformado la imagen mediática «del» musulmán terrorista, esa elección no es neutra. Es por eso que el congresista de Minnesota fue emplazado a probar su fidelidad a Estados Unidos en medio de una entrevista que concedió a la CNN. En efecto, el periodista Glenn Beck simplemente le dijo al nuevo congresista: «Ok, no se ofenda. Yo conozco a los musulmanes, aprecio a los musulmanes, he estado en mezquitas, no creo realmente que el Islam sea una religión maléfica. Yo… usted sabe… Creo [esa religión] ha sido desviada, francamente. Pero aún diciendo eso, usted es un demócrata. Usted dice «Hay que salir [de Irak]» y yo tengo que preguntarle a usted, estoy nervioso en esta entrevista con usted por lo que siento al decirle esto: «Señor, déme la prueba de que usted no trabaja con nuestros enemigos». »
Al margen de los rodeos políticamente correctos que anteceden la pregunta en sí y lo que demuestran o no sobre la contrariedad real o aparente del presentador, la pregunta misma constituye ante todo una muestra del clima intelectual reinante en Estados Unidos. Hoy por hoy, aunque ciertas precauciones de rutina se imponen aún cuando se hace este tipo de pregunta (precauciones que se hacen quizás obligatorias únicamente cuando se trata de un congresista), la lealtad de los ciudadanos musulmanes a Estados Unidos parece ser el tipo de cuestión que necesita ser verificado mediante una pregunta. En las representaciones mediáticas posteriores al 11 de septiembre todo musulmán se convirtió en un aliado potencial «del» terrorismo y el esnobismo de Daniel Pipes («Todos los musulmanes no son terroristas pero todos los terroristas son musulmanes») es parte integrante de la reflexión de los personajes mediáticos estadounidenses.
En semejante contexto, poco importa la respuesta de Ellison, quien se acogió al discurso patriótico habitual. Lo importante es que le hicieron la pregunta y que esa interrogante sea considerada como una cuestión legítima (por cierto, el flamante congresista no se dio por ofendido). La industria del entretenimiento impuso desde hace mucho la imagen del musulmán/árabe enemigo, los neoconservadores la remachan y, hoy en día, los medios de difusión mainstream plantean abiertamente la cuestión de la «doble obediencia» de los ciudadanos musulmanes.
La pregunta de Beck viene a confirmar el estado avanzado del proceso de demonización de los musulmanes en Estados Unidos y del unanimismo de las élites estadounidenses alrededor de la ideología posracialista del « Choque de civilizaciones ».
(Extraído de www.voltairenet.org)
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