11 de noviembre de 2008
George Bush
1600 Pennsylvania Ave
Washington, DC
Estimado George:
Le escribo el quinto Día de los Veteranos en que lloro la pérdida de mi hijo Casey Sheehan. Casey era soldado del Ejército. Usted mató al mayor de mis hijos con sus mentiras y la ambición de un Imperio. Casey no llegó a ser veterano porque regresó a casa en uno de esos féretros cubiertos con la latosa bandera por los que nunca tendrá que preocuparse su señora madre.
Durante esa otra guerra ilegal e inmoral que usted y su Vicepresidente, Dick, tan hábilmente esquivaron, su madre nunca tuvo que preocuparse por su seguridad. ¿No es cierto? Usted estaba muy ocupado consumiendo drogas y ausentándose sin permiso para preocuparla con eso. Lo que más me rabia me da cuando pienso en la innecesaria y prematura muerte de mi valiente y honorable hijo, es que usted era un cobarde despreciable cuando tenía su edad y aún así tuvo el descaro de condenar con sus mentiras a miles de nuestros hijos a la muerte o a vivir mutilados.
George, le he escrito otras cartas. Le exigí su renuncia y le prometí que haría lo imposible por impugnarlo. Recordará que incluso establecí un campamento de paz con miles de manifestantes fuera de su rancho Crawford y traté de entrar al Congreso para impugnarlo por criminal. Nunca contestó mis cartas ni tuvo la decencia de explicarme qué "Noble Causa" cobró la vida de mi hijo. Esta es la última carta que le escribo cuando aún infecta nuestra Oficina Oval, pero no será la última vez que recibe noticias mías.
George, podría "dormir sobre mis laureles" y dejarlo escabullirse dentro de su desesperación por tener que abandonar la Casa Blanca como el presidente más odiado en la historia de los Estados Unidos, pero eso no me basta: millones han muerto, otros están heridos, desplazados y sufrirán toda la vida a causa de sus actos. Usted es el más grande terrorista del mundo y este país captura, tortura y enjuicia a los terroristas. ¿No es así? ¿Acaso no lo dijo usted mismo? Usted ha convertido a los Estados Unidos en una nación de mafiosos imperialistas y sufrimos la ignominia de ser torturadores, usted no merece retirarse en paz ni con honores.
George, si Nancy Pelosi y sus demás cómplices del Congreso no le piden cuentas, yo lo haré. Este país tiene una memoria muy corta y hemos sido víctimas diarias de su arrogancia y estupidez y la mayor parte de los estadounidenses están creyéndose el cuento de las prometidas, preempaquetadas y anunciadas esperanzas, pero yo no puedo darme el lujo de enterrar su legado como si nada hubiera pasado y seguir adelante. El espacio que ocupaba en mi corazón la presencia de mi hijo ha quedado vacío por su culpa. Si usted piensa que podrá vivir tranquilamente en Dallas, Paraguay o cualquier otro lugar como Johnson, Nixon, McNamara o Kissinger, está equivocado.
George, este país olvidó con demasiada rapidez la abominable Guerra de Vietnam, horror del que no hemos sanado del todo porque nunca nos empeñamos en que los dirigentes estadounidenses pagasen por los crímenes de lesa humanidad que cometieron. Si la historia se repite, como suele hacerlo, usted quedará impune por sus crímenes, mas yo no permitiré que olvide los rostros de mi hijo y de sus compañeros ni el de los de los miles de afganos e iraquíes muertos. ¿Lo atormentan acaso en sus sueños las almas de los masacrados por su orgullo desmedido?
Lo haré aunque para ello tenga que erigir una valla cerca de su casa con las caras de las personas que asesinó. También trabajaré con mis contactos en la comunidad internacional para que se le acuse por sus crímenes de lesa humanidad. Haré lo que sea necesario, seré esa espina de la que no puede librarse como usted ha sido el causante de todo mi dolor. Muchos en el mundo ansían que se haga justiciad y de seguro me acompañarán en esta noble causa.
Esta nación ha olvidado los rostros de los más de 58.000 estadounidenses y millones de vietnamitas masacrados por la avaricia imperial, pero no olvidarán los de aquellos que usted ha sacrificado en su altar de engaños ni los de los que serán sacrificados en nombre de la Guerra contra el Terrorismo que continuará el Presidente Electo. Si Obama no declara de inmediato el fin de la Guerra contra el Terrorismo de los Estados Unidos, alguien tendrá que establecer un campamento en las afueras de su casa de descanso (que apuesto es más agradable que Crawford, Texas en agosto).
Hoy, Día de los Veteranos, le aseguro que si no detiene la sangrienta guerra en pro de riquezas y de la hegemonía de los Estados Unidos y hace justicia por sus crímenes de guerra y en contra de nuestra Constitución, morirán más Caseys y otros países que lamentablemente se interponen en la ruta de la conquista imperial serán diezmados.
Hoy, Día de los Veteranos, también quisiera enviar mi amor y apoyo a los veteranos de todas las guerras que deambulan por nuestras calles drogados porque no reciben ayuda de este gobierno hipócrita. Mi corazón está con las Madres de la Estrella de Oro que solo tienen una caja de medallas, una bandera doblada en triángulo, recuerdos de un(a) hijo(a) muerto(a) y lamentos por la vida que no pudieron disfrutar en su compañía. La maquinaria de guerra con la ayuda de nuestro gobierno devora personas, engrasada con dolor.
George, usted incumplió su juramento de "lealtad" y traicionó a los soldados que comandaba, sólo a causa de un fraude electoral, pero yo sí cumpliré la promesa que le he hecho.
Cindy Sheehan
Madre de Casey Austin Sheehan
Muerto en Combate en Sadr City, Bagdad el 4 de abril de 2004
(Extraído de www.rebelion.org)
La policía detiene a Cindy Sheehan en el capitolio
George Bush
1600 Pennsylvania Ave
Washington, DC
Estimado George:
Le escribo el quinto Día de los Veteranos en que lloro la pérdida de mi hijo Casey Sheehan. Casey era soldado del Ejército. Usted mató al mayor de mis hijos con sus mentiras y la ambición de un Imperio. Casey no llegó a ser veterano porque regresó a casa en uno de esos féretros cubiertos con la latosa bandera por los que nunca tendrá que preocuparse su señora madre.
Durante esa otra guerra ilegal e inmoral que usted y su Vicepresidente, Dick, tan hábilmente esquivaron, su madre nunca tuvo que preocuparse por su seguridad. ¿No es cierto? Usted estaba muy ocupado consumiendo drogas y ausentándose sin permiso para preocuparla con eso. Lo que más me rabia me da cuando pienso en la innecesaria y prematura muerte de mi valiente y honorable hijo, es que usted era un cobarde despreciable cuando tenía su edad y aún así tuvo el descaro de condenar con sus mentiras a miles de nuestros hijos a la muerte o a vivir mutilados.
George, le he escrito otras cartas. Le exigí su renuncia y le prometí que haría lo imposible por impugnarlo. Recordará que incluso establecí un campamento de paz con miles de manifestantes fuera de su rancho Crawford y traté de entrar al Congreso para impugnarlo por criminal. Nunca contestó mis cartas ni tuvo la decencia de explicarme qué "Noble Causa" cobró la vida de mi hijo. Esta es la última carta que le escribo cuando aún infecta nuestra Oficina Oval, pero no será la última vez que recibe noticias mías.
George, podría "dormir sobre mis laureles" y dejarlo escabullirse dentro de su desesperación por tener que abandonar la Casa Blanca como el presidente más odiado en la historia de los Estados Unidos, pero eso no me basta: millones han muerto, otros están heridos, desplazados y sufrirán toda la vida a causa de sus actos. Usted es el más grande terrorista del mundo y este país captura, tortura y enjuicia a los terroristas. ¿No es así? ¿Acaso no lo dijo usted mismo? Usted ha convertido a los Estados Unidos en una nación de mafiosos imperialistas y sufrimos la ignominia de ser torturadores, usted no merece retirarse en paz ni con honores.
George, si Nancy Pelosi y sus demás cómplices del Congreso no le piden cuentas, yo lo haré. Este país tiene una memoria muy corta y hemos sido víctimas diarias de su arrogancia y estupidez y la mayor parte de los estadounidenses están creyéndose el cuento de las prometidas, preempaquetadas y anunciadas esperanzas, pero yo no puedo darme el lujo de enterrar su legado como si nada hubiera pasado y seguir adelante. El espacio que ocupaba en mi corazón la presencia de mi hijo ha quedado vacío por su culpa. Si usted piensa que podrá vivir tranquilamente en Dallas, Paraguay o cualquier otro lugar como Johnson, Nixon, McNamara o Kissinger, está equivocado.
George, este país olvidó con demasiada rapidez la abominable Guerra de Vietnam, horror del que no hemos sanado del todo porque nunca nos empeñamos en que los dirigentes estadounidenses pagasen por los crímenes de lesa humanidad que cometieron. Si la historia se repite, como suele hacerlo, usted quedará impune por sus crímenes, mas yo no permitiré que olvide los rostros de mi hijo y de sus compañeros ni el de los de los miles de afganos e iraquíes muertos. ¿Lo atormentan acaso en sus sueños las almas de los masacrados por su orgullo desmedido?
Lo haré aunque para ello tenga que erigir una valla cerca de su casa con las caras de las personas que asesinó. También trabajaré con mis contactos en la comunidad internacional para que se le acuse por sus crímenes de lesa humanidad. Haré lo que sea necesario, seré esa espina de la que no puede librarse como usted ha sido el causante de todo mi dolor. Muchos en el mundo ansían que se haga justiciad y de seguro me acompañarán en esta noble causa.
Esta nación ha olvidado los rostros de los más de 58.000 estadounidenses y millones de vietnamitas masacrados por la avaricia imperial, pero no olvidarán los de aquellos que usted ha sacrificado en su altar de engaños ni los de los que serán sacrificados en nombre de la Guerra contra el Terrorismo que continuará el Presidente Electo. Si Obama no declara de inmediato el fin de la Guerra contra el Terrorismo de los Estados Unidos, alguien tendrá que establecer un campamento en las afueras de su casa de descanso (que apuesto es más agradable que Crawford, Texas en agosto).
Hoy, Día de los Veteranos, le aseguro que si no detiene la sangrienta guerra en pro de riquezas y de la hegemonía de los Estados Unidos y hace justicia por sus crímenes de guerra y en contra de nuestra Constitución, morirán más Caseys y otros países que lamentablemente se interponen en la ruta de la conquista imperial serán diezmados.
Hoy, Día de los Veteranos, también quisiera enviar mi amor y apoyo a los veteranos de todas las guerras que deambulan por nuestras calles drogados porque no reciben ayuda de este gobierno hipócrita. Mi corazón está con las Madres de la Estrella de Oro que solo tienen una caja de medallas, una bandera doblada en triángulo, recuerdos de un(a) hijo(a) muerto(a) y lamentos por la vida que no pudieron disfrutar en su compañía. La maquinaria de guerra con la ayuda de nuestro gobierno devora personas, engrasada con dolor.
George, usted incumplió su juramento de "lealtad" y traicionó a los soldados que comandaba, sólo a causa de un fraude electoral, pero yo sí cumpliré la promesa que le he hecho.
Cindy Sheehan
Madre de Casey Austin Sheehan
Muerto en Combate en Sadr City, Bagdad el 4 de abril de 2004
(Extraído de www.rebelion.org)
La policía detiene a Cindy Sheehan en el capitolio
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