viernes, 13 de junio de 2008

Halliburton vendió tecnología nuclear a Irán

Agencia Walsh
20/10/06
por Jason Leopold

Halliburton Corporation vendió importantes componentes para un reactor nuclear a una compañía iraní de desarrollo petrolero tan recientemente como en enero de 2005, informaron al periodista Jason Leopold (1) fuentes de la transnacional que Dick Cheney dirigió antes de llegar a la vicepresidencia de EEUU, pero la noticia publicada el 5 de agosto de 2005 en Global Research.ca ha sido ignorada por los grandes medios de comunicación. Leopold asegura que sus fuentes en la compañía tienen conocimiento íntimo de las relaciones comerciales entre Halliburton y Oriental Oil Kish, una de las corporaciones petroleras privadas más grandes de Irán. Adicionalmente, a lo largo de 2004 y 2005, Halliburton trabajó estrechamente con Cyrus Nasseri, el vice presidente de la junta directiva de Oriental Oil Kish, asentada en Irán, para desarrollar proyectos petroleros en ese país. Nasseri, quien también es miembro clave del equipo de desarrollo nuclear de Irán, fue interrogado por las autoridades iraníes en julio de 2005 bajo sospecha de proporcionarle secretos nucleares de Irán a Halliburton. Los funcionarios gubernamentales iraníes acusaron a Nasseri de aceptar tanto como un millón de dólares en sobornos de Halliburton por esta información.

Las relaciones de Oriental Oil Kish con Halliburton se hicieron de conocimiento público en enero de 2005, cuando la compañía anunció que había subcontratado parte del proyecto de perforación gasífera South Pars con Halliburton Products and Services, una subsidiaria de Halliburton basada en Dallas pero registrada en las Islas Caimán. Después del anuncio, Halliburton proclamó que el proyecto del campo de gas South Pars en Teheran sería su último trabajo en Irán. De acuerdo a un informe de la BBC, Halliburton, que obtuvo de treinta a cuarenta millones de dólares por sus operaciones en Irán en 2003, “estaba abandonando su trabajo debido a un ambiente comercial pobre”.

Sin embargo, Halliburton tiene un largo historial haciendo negocios en Irán, iniciados tan temprano como en 1995, mientras el Vicepresidente Cheney era el principal ejecutivo de la compañía. Leopold citó un informe publicado en el Wall Street Journal en febrero de 2001: “Halliburton Products and Services Ltd. trabaja detrás de una puerta sin identificación en el noveno piso de una nueva torre de bloques de Teherán norte. Un folleto declara que la compañía fue registrada en 1975 en las Islas Caimán, que está basada en territorio del Emirato de Dubai, en el Golfo Pérsico, y es “no-norteamericana”. Pero igual que el emblema sobre la gorra del recepcionista, el folleto exhibe el nombre de la compañía y su logotipo rojo, ofreciendo los servicios de las unidades de Halliburton alrededor del mundo”. Más aún: la correspondencia enviada a las oficinas de la compañía en Teherán e Islas Caimán era remitida directamente a la oficina principal en Dallas.

Cheney violó la ley de EEUU

En un esfuerzo por restringir a Halliburton y a otras compañías estadounidenses comprometidas en relaciones comerciales con “naciones bellacas’ como Libia, Irán y Siria, el 26 de julio de 2005 el Senado aprobó una enmienda, patrocinada por la senadora republicana de Maine Susan Collins, que castiga a las compañías que continúen burlando la ley americana estableciendo subsidiarias en el extranjero como una forma de aparentar una conducta legal y evitar las sanciones de EEUU consagradas por la International Emergency Economic Powers Act, IEEPA (Ley de Poderes de Emergencia Económica Internacional).

Una carta suscrita por representantes de grupos de ejecutivos corporativos objetó vehementemente la enmienda, alegando que desencadenaría un odio extenso y quizás incitaría ataques terroristas en EEUU y “tensionaría gravemente las relaciones de EEUU con sus socios comerciales primarios”. La carta advirtió que “los gobiernos extranjeros ven los esfuerzos estadounidenses por dictar su política exterior y comercial como violaciones de soberanía que a menudo los lleva a adoptar medidas de venganza muy distintas a las metas de EEUU”.

Collins defendió la legislación afirmando que “impide a las corporaciones estadounidenses crear una compañía de cáscara en alguna otra parte para hacer negocios con naciones bellacas, mientras patrocinan el terror, como Siria e Irán.

La cuestión de fondo es que si una compañía estadounidense está evadiendo las sanciones para hacer negocios con uno de estos países, están ayudando sostener a naciones que apoyan el terrorismo, más a menudo dirigido contra EEUU”

Durante un viaje al Oriente Medio, en marzo de 1996, el Vicepresidente Dick Cheney dijo a un grupo de hombres de negocios principalmente estadounidenses que el Congreso debería aliviar las sanciones contra Irán y Libia para crear buenas relaciones, una declaración que -en la percepción retrospectiva- resulta completamente hipócrita considerando la política exterior de la administración Bush.“Permítanme hacer una declaración generalizada sobre una tendencia que yo veo en el Congreso estadounidense y que yo encuentro perturbada, que no sólo concierne a la situación iraní sino también a varios otros [países]..., dijo Cheney. “Pienso que nosotros, los estadounidenses, a veces cometemos errores. Parece ser una asunción que de algún modo nosotros sabemos lo que es mejor para todos los demás y que vamos a usar nuestro golpe económico para conseguir que todos los demás vivan de la manera en que nos gustaría”.

Cheney era el ejecutivo principal de Halliburton Corporation en el momento en que profirió estas palabras. Fue Cheney quien dirigió a Halliburton hacia las relaciones comerciales agresivas con Irán en la mitad de los ’80 -violando la ley de EEUU- y continuándolas a través de 2005. Por esa razón Irán tiene hoy la capacidad de enriquecer uranio de calidad para producir armas.

Fue la venta secreta de centrífugas de Halliburton lo que ayudó a Irán a desarrollar su programa de enriquecimiento de uranio, según una investigación de tres años que incluye entrevistas realizadas con más de un docena de empleados actuales y anteriores de esa compañía.

Si finalmente EEUU se compromete en una futura guerra con Irán, Cheney y Halliburton serán acreedores a lo menos un reproche.

Silencio de la gran prensa

Pero esto no debe entenderse como una sorpresa, cualquiera que hayan sido las actividades de negocios de Halliburton durante la última década. La compañía tiene un largo y documentado historial de violación de prohibiciones estadounidenses conduciendo negocios con las llamadas naciones bellacas. No. Lo que está perturbando sobre estos hechos es la pequeña atención que han recibido de los grandes medios de comunicación nacionales. Pero el registro público habla por sí mismo, como lo hacen las miles de páginas de documentos obtenidos de varias agencias federales que demuestran cómo las relaciones de negocio de Halliburton con Irán ayudaron consolidar allí actividades terroristas, incluido el programa de enriquecimiento nuclear del país.

Cuando, hace un par de años, le pregunté a la portavoz de Halliburton Wendy Hall si la compañía dejó de hacer negocios con Irán por temor a estar ayudando a consolidar el terrorismo, ella dijo: “No, nosotros creemos que las decisiones acerca de la naturaleza de tales gobiernos y sus acciones están bien adoptadas por las autoridades gubernamentales y las entidades internacionales como las Naciones Unidas, al contrario de personas individuales o compañías”.

“Apartando la política, nosotros y nuestras empresas afiliadas operamos en los países en la extensión en que es legalmente permisible, allí dónde nuestros clientes activos esperan de nosotros la provisión de servicios de apoyo en los campos petrolíferos para sus operaciones internacionales. Nosotros no siempre estamos de acuerdo con las políticas o acciones de los gobiernos en cada lugar en que hacemos negocios y no fabricamos ninguna excusa para sus conductas. Debido a la naturaleza de largo plazo de nuestros negocios y a los inevitables cambios políticos y sociales, no es prudente ni apropiado para nuestra compañía establecer nuestra propia política exterior país por país”.

Halliburton empezó haciendo sus primeros negocios en Irán ya en 1995, mientras el Vicepresidente Cheney era el jefe ejecutivo de la compañía y en posible violación de la legalidad estadounidense.

Una orden ejecutiva firmada por el ex Presidente Bill Clinton en marzo de 1995 prohibió “nuevas inversiones [en Irán] de personas estadounidenses, incluso el compromiso de fondos u otros recursos”. También impidió a las compañías norteamericanas realizar servicios que “beneficiarían a la industria petrolera iraní” y proporcionaran a ese país medios financieros para eventuales actividades terroristas.

Cuando Bush y Cheney tomaron posesión en 2001, su administración decidió que no castigaría a las compañías extranjeras de petróleo y gas que invirtieran en esos países. Las sanciones contra países como Irán y Libia se impusieron antes de que Bush llegara a ser presidente, cuando Cheney las boicoteaba pronunciando sus frecuentes discursos sobre la necesidad de las compañías estadounidenses de competir con sus rivales extranjeras a pesar de los reclamos de que esas naciones pudieran tener lazos con el terrorismo.

“Pienso que nosotros estaríamos lejos mejor, si de hecho retiráramos esas sanciones [contra Irán], no intentando imponer boicots secundarios a las compañías. . . intentando hacer negocios allí. . . y en cambio, empezar a reconstruir esas relaciones”, dijo Cheney en 1998, durante un viaje de negocios a Sydney, Australia, según el periódico australiano Illawarra Mercury.

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